OPINIÓN - Iker Fernández

Vuelve Laporte: el hijo pródigo

La opinión de Iker Fernández sobre el regreso de Aymeric Laporte al Athletic
Bilbao Basket

Tic tac.
Vuelve, a casa vuelve, vuelve al hogar. Como rezaba aquel anuncio navideño de turrones que todavía nos hace soltar una lagrimita entre bocado y bocado. Aymeric Laporte está a punto de volver. Sí, de verdad. Esta vez no es humo. No es un rumor reciclado. No es un tweet con emojis. No es un periodista panfletero que se quiere apuntar un tanto si suena la flauta. Esto va en serio.

Ya sé que llevamos escuchando lo mismo desde hace meses. Que si «quiere volver», que si «ya ha hablado con Uriarte», que si «tiene casa en Getxo». Todo muy bonito. Pero los contactos reales, los que cuentan, los que sientan a directores deportivos a hablar de cláusulas y salarios, esos no empezaron de verdad hasta hace muy poco. Porque volver de Arabia no es tan sencillo como parece. Sobre todo si cobras más que un jeque con un máster.

Pero ahora, el viento ha cambiado. Lo que hace unas semanas era un anhelo razonable se ha convertido en una necesidad imperiosa. Yeray, sancionado de manera surrealista por un supuesto positivo que todavía estamos intentando digerir. Luis Eguiluz, lesionado de gravedad, con el cruzado roto y un calendario de baja que se mide en estaciones, no en semanas. Y mientras tanto, la temporada se asoma por el retrovisor. Europa espera, y espera con exigencias.

Aymeric Laporte y el presidente Josu Urrutia durante el acuerdo de prolongación de su contrato en junio de 2015. (Athletic Club)

¿Y qué mejor escudo que el de Laporte? Un central zurdo, sobrio, con jerarquía, conocedor del ecosistema Athletic hasta la médula. Un jugador que no solo ha vivido la exigencia de LaLiga, sino que ha comandado defensas en la Premier League, ha ganado la Champions, ha sido titular con la selección española en fases finales y, sí, también ha pasado por el peaje del dinero saudí. Pero, ¿acaso eso le resta? No. Lo humaniza. Lo vuelve tangible. Y quizás, más que nunca, lo ha acercado emocionalmente a casa.


«Vuelve, Aymeric. No porque te necesitemos —que también—, sino porque esta historia lo merece»


Ahora bien, calma. No le pidamos que entre en el once el mismo día que aterrice en Loiu. No ha competido desde abril. Y, seamos sinceros, la Saudi Pro League no es LaLiga. No es la intensidad de San Mamés. No es marcar a un delantero con dientes de sierra como Lewandowski o a un falso nueve con alma de diez como Mbappe. Aquí se juega a otra cosa. A algo más rápido, más salvaje. Pero también más emocional.

Y eso es lo que le espera a Aymeric si vuelve. Porque ya no se trata solo de tener un defensa de primer nivel. Se trata de cerrar un círculo. De que el hijo que se fue a hacer las Américas (o las Arabias, en este caso), vuelva más sabio, más curtido, más hecho.

Y si alguien duda de su compromiso, que recuerde sus palabras hace poco más de un año:

“Mi corazón siempre ha estado en Bilbao. Me fui por necesidad deportiva. Pero nunca he dejado de seguir al Athletic”.

Vuelve, Aymeric. No porque te necesitemos —que también—, sino porque esta historia lo merece. Porque a veces, la vida, el fútbol y el corazón se alinean para escribir un último capítulo. Uno con aroma a casa. A casa de verdad.


Deja un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


Cover Art
0:00 0:00