
Ramales de la Victoria no es solo un rincón bonito para visitar en vacaciones: es un municipio que respira vida todo el año, lleno de historia, tradiciones, paisaje y un modo de vida que convence. Sus calles cuentan historias, sus fiestas conectan generaciones y sus cuevas guardan secretos prehistóricos. No es “un pueblo de paso”, es un lugar para quedarse, para sentir y para vivir.
El nombre “de la Victoria” no es casual. En 1839, en la batalla de Ramales, los liberales liderados por Espartero vencieron a los carlistas, ganándose el título para el general y dejando al pueblo con ese apellido que lo distingue. Aquella victoria marcó no solo el rumbo político, sino también un modo de identidad local que se celebra cada año con la Verbena del Mantón, una fiesta que recuerda cómo, en medio del conflicto, apareció un baúl repleto de mantones de Manila que terminó siendo repartido entre los vecinos.
Pero Ramales es mucho más que esa batalla. En sus entrañas laten vestigios milenarios: las cuevas de Covalanas o Cullalvera, con pinturas rupestres del paleolítico y declaradas Patrimonio de la Humanidad, son puertas al pasado que hoy permiten admirar lo que fuimos.
Patrimonio, naturaleza y tradición
Las casas tradicionales, miradores acristalados, casonas de indianos con sus jardines y rejas, y el imponente palacio de Revillagigedo (siglo XVIII) dibujan una arquitectura que mezcla lo rural con lo noble. Pero el gran tesoro es el entorno natural: el río Asón, cascadas, sendas que atraviesan bosques y montañas, la proximidad de parques naturales como los Collados del Asón… un paisaje que impulsa el turismo de naturaleza.
Las fiestas de Ramales tienen ese punto de rito comunitario que las hace únicas. Además de la Verbena del Mantón, se celebran El Milagruco (4 de septiembre) y los Adioses (1 de septiembre), ceremonias que mezclan tradición religiosa, música, convivencia y sentido de pertenencia.
En Vegacorredor, por ejemplo, se vive una romería paga con misa al aire libre, picnic familiar y espectáculo nocturno.
Gastronomía sencilla y auténtica
Gastronomía natural y casera
Aquí se come con la cabeza y con el corazón. El queso de nata, las truchas frescas del río y el salmón son productos que marcan la identidad culinaria local. No esperes platos de lujo: aquí la riqueza está en lo natural, lo casero y lo que crece en el entorno.
Ramales no depende del verano para existir. Aunque sus paisajes atraen visitantes, muchos lo eligen para quedarse: población estable, servicios básicos, vida tranquila, conexión con la naturaleza y precios más asequibles que en ciudades grandes. Como dato orientativo, el precio medio de la vivienda ronda los 1.205 €/m² según informes recientes.
Y no está lejos: Ramales pertenece a la comarca del Asón-Agüera, en el límite con Vizcaya, y conecta hacia Bilbao y la meseta a través de rutas tradicionales como la N‑629, lo que permite desplazamientos razonables para quienes tienen trabajo o vínculos con zonas urbanas.