¿Se han reducido los atascos en Bilbao? EL RACVN dice que no

Recuerdan que, al reducir la velocidad y peatonalizar calles, los coches circulan más despacio y tienen menos margen para moverse
EL RACVN cuestiona las tésis de movilidad / Foto de archivo

A pesar de que desde el área de Movilidad del Ayuntamiento de Bilbao se insiste en que la ciudad ya no sufre atascos y que la calidad del aire ha mejorado, desde el Real Automóvil Club Vasco Navarro (RACVN) lo ven de forma muy distinta. Y no se trata solo de una percepción: se basan -al menos así lo exponen- en datos oficiales y en la experiencia diaria de los conductores.

Según sus datos en torno a la  afluencia de vehículos,  en lo que llevamos de 2025 han entrado en Bilbao más coches que el año anterior —alrededor de 100.000 más hasta la fecha—.

Circulación más lenta

Desde el club automovilista se preguntan cómo es posible que con el mismo o mayor volumen de tráfico, menos espacio para circular y una velocidad limitada a 30 km/h, los atascos hayan desaparecido. Recuerdan que, al reducir la velocidad y peatonalizar calles, los coches circulan más despacio y tienen menos margen para moverse, por lo que cuesta entender que eso haya mejorado la fluidez del tráfico.

La realidad, según el RACVN, es que los atascos persisten cada día en puntos habituales como San Mamés, Zabalburu o las entradas por Sabino Arana. “Quien conduce por Bilbao lo sabe”, afirman. “Lo sufrimos ahora y lo sufríamos antes”.

Calidad del aire

Además, desde el club también cuestionan el argumento de la mejora de la calidad del aire tras la entrada en vigor de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE). Según explican, en el marco del proceso de impugnación de esta medida, han tenido acceso a estudios del Gobierno Vasco que indican que en el centro de Bilbao no existía un problema relevante de contaminación antes de las restricciones. Es decir, la supuesta mejora del aire no sería consecuencia directa de la ZBE, porque la situación ya era buena previamente.

Para el RACVN, estas declaraciones oficiales forman parte de un discurso que intenta justificar medidas de movilidad que penalizan a los conductores, especialmente a los que menos recursos tienen. Mencionan, por ejemplo, la ampliación de la OTA, que derivó en una oleada de multas a principios de año por falta de información, o la prohibición de acceso a vehículos antiguos, que, según señalan, agudiza la desigualdad entre quienes pueden permitirse un coche nuevo y quienes no.También apuntan que conducir a velocidades tan bajas, en marchas cortas, incrementa el ruido, la contaminación, el desgaste del coche y los tiempos de desplazamiento, en contra del objetivo de mejora de la calidad de vida que promueven desde Movilidad.


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