Bilbao recupera la locomotora Izarra, joya ferroviaria del siglo XIX

Después de décadas expuesta al deterioro, la emblemática locomotora Izarra ha sido restaurada por la Asociación de Amigos del Ferrocarril
El antes y el después de la locomotora Izarra / Asociación de Amigos del Ferrocarril

Si alguna vez han viajado en tren desde 1974 y han pasado por la estación Indalecio Prieto de Bilbao, quizás se hayan fijado en ella. En el andén número 1, como un monumento del pasado, nos observa la locomotora Izarra. El paso del tiempo y las inclemencias del clima habían borrado su color y deteriorado su estructura, pero la Asociación de Amigos del Ferrocarril ha vuelto a rescatarla. Decimos “ha vuelto” porque ya la habían salvado del achatarramiento en 1965, cuando terminó su servicio para la Sociedad Anónima Basconia.

Un viaje de más de 160 años

La historia de esta cabecera de trenes se remonta a 1863, cuando fue construida por la empresa inglesa Beyer Peacock & Co para la Compañía del Ferrocarril de Tudela a Bilbao. Funcionó durante años entre Bilbao y el Valle del Ebro, recibiendo el nombre de una de las estaciones de la línea: Izarra. En 1878, la compañía fue absorbida por Caminos del Norte de España. Las locomotoras fueron modificadas y continuaron trabajando. En 1927, Izarra fue vendida a la Sociedad Anónima Basconia, en Basauri, para cubrir el ramal que conectaba su factoría con Basauri–Dos Caminos. Tras más de 100 años de servicio, se retiró en 1965. Su destino era convertirse en chatarra, pero los Amigos del Ferrocarril lo evitaron. Desde entonces, Izarra permanece en el andén primero de la antigua estación del Norte, en calidad de depósito permanente.

Restauración y futuro

En 2013, la locomotora fue sometida a trabajos de mejora, pero era necesaria una restauración integral. Esa intervención ha llegado ahora, realizada durante tres semanas por voluntarios, bajo la supervisión de expertos que elaboraron un informe técnico detallando los tratamientos y pinturas más adecuados. Hoy, Izarra ha dejado atrás su color oxidado y ha recuperado el verde original que la distinguía. Solo falta que este monumento del patrimonio ferroviario encuentre finalmente el resguardo que merece.


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