
A partir de enero de 2026, los pensionistas vascos verán cómo su nómina vuelve a subir, aunque esta vez de forma más moderada. Según las previsiones de Funcas, las pensiones contributivas crecerán en torno a un 2,6%, en línea con la inflación media, lo que marca la revalorización más baja desde 2022. Aun así, este incremento supondrá un alivio para muchos hogares, especialmente en un contexto de incertidumbre económica y precios aún elevados.
48 euros más al mes
De media, los jubilados en Euskadi recibirán unos 48 euros más al mes, lo que situará su paga mensual en torno a los 1.837 euros, con un aumento anual que roza los 672 euros. Aquellos acogidos al Régimen General superarán por primera vez la barrera simbólica de los 2.070 euros mensuales, una cifra que evidencia las diferencias dentro del propio sistema.
Pero no todos los pensionistas verán reflejado el mismo aumento. Los autónomos apenas sumarán 31 euros más al mes, las pensiones de viudedad crecerán en 29 euros, y las de incapacidad permanente, en 40 euros. Por su parte, las pensiones no contributivas —que afectan a unos 60.000 vascos— subirán por encima del IPC, tal y como recoge la reforma para reforzar los ingresos de los colectivos más vulnerables.
Más jubilados y más cuantía
Sin embargo, este ajuste también trae consigo una cara menos amable: el gasto del sistema se disparará. Se estima que en 2026 el coste total de las pensiones en Euskadi alcanzará casi los 14.000 millones de euros anuales, con una subida del 5,2% debido al aumento del número de jubilados y la mayor cuantía de las nuevas prestaciones.
La pregunta ahora es: ¿es suficiente este aumento del 2,6% para mantener el poder adquisitivo de nuestros mayores? ¿O estamos ante el inicio de un ciclo de subidas más contenidas en un contexto de gasto creciente?