La DJ vizcaína Demi Rossi, Naia, ha decidido contar públicamente la situación de acoso y presión que asegura haber sufrido durante más de un año por parte de un diseñador con el que coincidió en el Hospital de Cruces, cuando realizaba sus prácticas como técnico de rayos. Según relata, el diseñador, que trabajaba como celador, le comentó que también dibujaba y que sabía de diseño gráfico. Tras mostrar interés por el proyecto musical que ella preparaba, se ofreció a retocar el logo “por aburrimiento” y sin cobrar.
Desde entonces, el contacto se volvió cada vez más constante. Según la DJ, él insistía en quedar y ella trataba de poner distancia, aunque siempre de forma educada. En una ocasión incluso llegó a modificar el logo sin consultarlo, cambiando el color y asegurando que debían verse en persona para ajustarlo “al rosa real”.
Un vínculo que nunca existió
Tras meses sin relación, la situación volvió a activarse cuando Naia anunció su nuevo proyecto musical. El diseñador comenzó a llamarla repetidamente y dejó un audio en el que decía sentirse “decepcionado” porque —según él— formaba parte del proyecto. Ella sostiene que jamás le dio a entender nada parecido y que, como mucho, le comentó que «si algún día necesitaba un diseñador, contaría con él».
La DJ cree que el momento clave llegó después de la celebración de su fiesta de cumpleaños en Sonora, donde todo el local estaba decorado de rosa y su vídeo se hizo muy visible en redes. A partir de ahí, asegura que el joven vio una oportunidad. «Yo creo que vio como si ya estaba ganando aquí millones de euros con esa fiesta y dijo, de aquí saco yo algo», asegura.
Tres días más tarde llegó el burofax: el diseñador reclamaba 26.300 euros por supuestos trabajos de diseño y dirección artística, además del 10% de sus beneficios de por vida, y exigía que dejara de utilizar el nombre Demi Rossi porque, según él, lo había creado.
Una denuncia complicada
Cuando revisó la página web del diseñador, encontró algo que describe como lo más inquietante: un apartado con su nombre artístico y fotografías personales, incluidas algunas que ella había eliminado de su Instagram y hasta una imagen publicada solo durante 24 horas en historias. Esto le ha llevado a pensar que llevaba meses guardando capturas de todo lo que ella subía y que era algo planeado.
Además, había creado un cartel ficticio con su imagen y una fecha anterior al lanzamiento de su proyecto musical, que —según la DJ— pretendía usar como prueba de autoría.
Con esta situación, la DJ presentó una denuncia, aunque señala que inicialmente no la tomaron en serio porque no entendían la situación. «Yo fui a la comisaría de Basauri a denunciarle por lo de la página web, antes de coger el abogado. Se rieron de mí, se lo tomaron como a coñas, no sabían ni de qué les estaba hablando los policías y no me pusieron la denuncia porque decían que para poner una denuncia tienen que poner como qué leyes supuestamente se están infringiendo», explica la DJ. Finalmente redactó las leyes infringidas y volvió a comisaría donde se la tramitaron.
Como sabía que eso no llegaría lejos, finalmente contrató al abogado que respondió al diseñador exigiendo el borrado de contenido y una compensación económica, pero él desapareció de inmediato. También contrató a un perito informático para certificar el contenido antes de que desapareciera. Ella misma explica que tuvo que asumir esos gastos porque era la única manera de poder demostrar lo ocurrido.
Un silencio final
Desde entonces, Rossi afirma que no ha recibido notificación judicial alguna, a pesar de haber aportado capturas certificadas y conversaciones, porque la respuesta siempre es «que no hay pruebas».
El caso se encuentra ahora en sobreseimiento, por lo que puede volver a abrirse en caso de aparecer más pruebas. La DJ reconoce que el proceso le ha generado un desgaste emocional y económico, y que lo único que desea es que se cierre este capítulo. «Yo digo que lo tenía todo pensado para mí ha sido como un intento de estafa«, sentencia.