Bizkaia: cinco rincones poco conocidos que merece la pena visitar

El territorio esconde verdaderas joyas de la naturaleza y la arquitectura
Familia disfrutando de las vistas. / Diputación Foral de Bizkaia

En muchas ocasiones aprovechamos los días libres o las vacaciones para viajar, pero también está bien conocer lo que tenemos en casa, en Bizkaia. Por ello nos centramos en cinco lugares poco conocidos que merecen una visita.

Y es que más cerca de lo que pensamos podemos descubrir espacios diferentes en los que muchos viajeros no suelen reparar. Tampoco nosotros. La Diputación Foral de Bizkaia ha hecho un listado con cinco de ellos.

Isla de Garraitz o San Nicolás en Lekeitio

Se trata de un diminuto paraíso natural que ofrece una experiencia de tranquilidad y conexión con la naturaleza y el mar, todo ello a solo unos pasos de uno de los pueblos más bonitos de Bizkaia.

La Torre Loizaga en Galdames

Es una fortaleza del siglo XIII que alberga además el museo medieval de coches clásicos. Es la mayor colección privada de vehículos Rolls-Royce de Europa, con nada menos que 45 vehículos fabricados entre 1910 y 1998.

La Ermita de San Pedro Atxarre, el mirador sobre Urdaibai

Lo cierto es que desde este enclave las vistas son espectaculares. Además, la ruta hasta la ermita es preciosa y apta para toda la familia.

El Arco de Jentilzubi: naturaleza y leyenda se dan la mano en el Parque Natural del Gorbeia.

Capricho de la naturaleza que encontramos en el municipio de Dima, cerca de la cueva de Baltzola. La mitología vasca atribuye la creación del arco de Jentilzubi a los gentiles, seres mitológicos de gran fuerza y poder que habrían habitado esta zona en tiempos antiguos.

El Valle de Karrantza

Es una de las zonas menos conocidas de Bilbao Bizkaia, pero también una de las más hermosas y que más tienen que ofrecer al visitante. Escarpadas cadenas montañosas en el que hallamos corrientes de agua, barrancos, intrincados senderos e interesantes muestras de patrimonio histórico (como la iglesia de San Andrés de Biañez, convertida en museo, o la de San Bartolomé de Aldeacueva, del siglo XVIII).

Además, una parte de la belleza de Karrantza se encuentra bajo tierra: el Parque Natural de Armañón, con más de 200 simas naturales


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