LA OPINIÓN de Miguel Ángel Puente

Don Óscar de todos…

Una despedida con homenaje a la carrera y legado de Óscar de Marcos

He querido esperar hasta su adiós definitivo, hasta el último instante de su carrera, para escribir estas breves líneas sobre Óscar de Marcos. No por falta de palabras, sino porque no quería que llegara este día. Me resistía a aceptarlo. Mientras siguiera corriendo esa banda, aún quedaba un hilo de esperanza al que aferrarse, una ingenua ilusión de que quizás podría llegar a cambiar de opinión y nos regalaría una temporada más.

Pero ahora que el eco de sus botas se ha apagado para siempre, toca asumir lo inevitable: Óscar se va tras 16 temporadas y un sinfín de emociones que se esconden tras todas y cada una de ellas. Porque lo suyo no fue solo una carrera deportiva, sino una declaración de amor incondicional al Athletic Club, a sus valores y a su gente.


«La carrera de Óscar de Marcos no se puede medir solo en números, sino en latidos«


Los números se dicen rápido: 574 partidos, 39 goles, jugador de campo con más partidos disputados en la historia del club y el futbolista que más veces ha defendido la zamarra rojiblanca por Europa. Pero la carrera de Óscar de Marcos no se puede medir solo en números, sino en latidos. Los que le sirvieron para dejarse el alma en cada partido, para celebrar con pasión cada uno de sus goles. Estos le permitieron no bajar nunca los brazos, ni cuando tocó reinventarse en el campo cambiando de posición, ni cuando dolía más seguir que parar, porque, literalmente, se había dejado los huevos sobre la hierba de San Mamés.

Óscar llegó desde el Deportivo Alavés como un joven mediapunta, desgarbado en la carrera y con instinto en la llegada, y se fue convirtiendo, con el paso de los años, en todo aquello que el equipo y sus diferentes entrenadores necesitaban: extremo, carrilero, lateral… Lo suyo no fue solo talento: fue entrega, humildad, trabajo y amor por un escudo.

«Jugar en el Athletic es un sueño para mí», repetía. Y lo decía con esa verdad que solo tienen los que saben que han vivido algo irrepetible. De Marcos ha sido más que un futbolista: ha sido ejemplo, compañero, líder y referente en el vestuario. Ese pegamento invisible que todo grupo necesita para mantenerse unido. Un hombre de palabras justas en el campo y hechos sobresalientes fuera de él. Su valor como persona siempre estuvo por encima de su rendimiento deportivo —que ya es mucho decir—, y eso, en un mundo tan rutilante como el fútbol, que a veces olvida lo esencial, le convierte en extraordinario.


«Fue futbolista cuando, ante los focos, tocaba correr, y persona cuando había que vestirse de calle y volver a la realidad»


Lo suyo nunca fue la pose, sino la acción. Visitó hospitales sin el ojo escrutador de las cámaras de televisión ni los flashes de los fotógrafos, y colaboró en iniciativas solidarias sin buscar titulares. Fue futbolista cuando, ante los focos, tocaba correr, y persona cuando había que vestirse de calle y volver a la realidad que le rodeaba, llevando ilusión o arrancando una sonrisa allá donde más se necesitaba.

Ayer se nos fue uno de los grandes. No solo de los que suman partidos, sino de los que dejan huella. San Mamés pierde a un grandísimo jugador, pero gana un nuevo mito. Y aunque él —en su habitual humildad— se sonroje con solo escucharlo y se niegue a aceptar que sea cierto, el rugido de su entrega y el eco de su recuerdo seguirán retumbando por siempre en el alma de todos los athleticzales.


«El tipo de jugador que hace que la filosofía del Athletic tenga sentido»


Gracias, Óscar. Por todo. Por tanto. Por siempre, y por ser como eres. En un club que presume de esencia, tú has sido la más pura de todas ellas. El tipo de jugador que hace que la filosofía del Athletic tenga sentido. Esa misma que nos recuerda que esto va mucho más allá de pegarle patadas a un balón.

Por desgracia, ayer se nos fue uno de esos jugadores que no se fabrican, porque es materialmente imposible. Un ejemplo para los que vienen y un espejo donde mirarse. Pero, sobre todo, un orgullo para los que tuvimos el privilegio de verle correr por la banda, dar la cara, sufrir, reír, llorar… y levantar títulos, porque se va con dos Supercopas, más esa anhelada copa lograda la temporada pasada. ¡Ahí es nada!

Ahora que todo eso pasó y ya es historia, recordad que somos de esos privilegiados que, el día de mañana, vamos a poder decir con orgullo a nuestros hijos o nietos:
«Yo vi jugar a don Óscar de Marcos Arana…»


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