
Ana María Llaguno, rostro muy conocido en Zalla y figura clave en la difusión de su producto estrella, se jubila tras cuatro décadas dedicadas a la cebolla morada, una variedad única que ha conquistado a cocineros y amantes de la gastronomía.
Con sus manos curtidas por el trabajo del campo, Ana Mari ha sido la gran embajadora de un cultivo que, según los expertos, no tiene parangón en el mundo. Su labor incansable ha situado a esta hortaliza en el mapa y ha convertido su nombre en sinónimo de tradición, sabor y esfuerzo. El periodista gastronómico Benjamín Lana lo reconoció públicamente al destacar su legado y la excelencia del producto.
Ahora, ya jubilada desde finales de abril, Ana Mari se despide del cultivo intensivo. Ni su marido ni sus hijas continuarán la explotación, por lo que la producción caerá a un nivel mínimo. “Se mantendrá algo, pero no para vender”, asegura. Como ella misma apunta, son cada vez menos los que plantan cebolla morada en Zalla: el relevo generacional escasea y el trabajo es duro.
Se va una mujer de campo, de manos firmes y corazón entregado. Pero su legado, como el sabor de la cebolla que tantos alaban, perdurará.