
La Peña pierde hoy algo más que un comercio. Con la jubilación de Maite García, el barrio echa el cierre a Calzados García, la última zapatería del vecindario y un referente de trato cercano y familiar durante cinco décadas. La persiana del número 47 de Zamakola baja para siempre, cerrando un capítulo que empezó con los padres de Maite, Leonardo y Eximia, y que ha calzado a varias generaciones de vecinos: abuelos, madres, nietos… todos han pasado por este pequeño local que ya es parte de la memoria colectiva del barrio.
Zuriñe, quien lleva 19 años detrás del mostrador, confirma que nadie ha querido continuar con el negocio, a pesar de que «todo el barrio pensaba que me la iba a quedar yo». Pero como ella misma reconoce, con una hija pequeña es complicado, ya que «a esto hay que dedicarle mucho tiempo». El comercio de proximidad, de lunes a sábado, no deja mucho margen para la vida personal. «Yo estoy súper agradecida a este barrio porque yo no soy de la Peña, pero me recibieron súper bien. Voy a recordar siempre a mis clientes de la zapatería», asegura.
50 años en el barrio de siempre
Durante medio siglo, Calzados García ha sido mucho más que una tienda de zapatos. Ha funcionado como punto de encuentro, lugar de escucha y consuelo. «A veces la gente bajaba a hablar, a desahogarse», cuenta Zuriñe, que recuerda con cariño a clientes como José Mari, que les llevaba bombones, refrescos y cercanía. «No me quedo con una anécdota, me quedo con el trato tan cercano que hemos tenido con la gente», afirma emocionada.
Ver esta publicación en Instagram
El escaparate servía muchas veces de excusa para charlar, compartir preocupaciones o preguntar por la familia. «El barrio de La Peña es como un pueblo», donde todos se conocen por el nombre y por el número de pie. Y ese espíritu ha impregnado cada rincón de Calzados García.
Tras intentos por traspasar el negocio a través del programa Berriz-Enpresa, y sin relevo generacional, Maite se jubila sin sucesora. Con ello, el barrio se queda sin zapatería, algo que muchos lamentan: «Ahora me tengo que buscar otra», comentan resignados los vecinos.
Maite se despide con gratitud y ganas de vivir. Tras tantos años de trabajo, llega el momento de descansar y disfrutar de todo aquello que el comercio no permite. El vacío que deja en La Peña será difícil de llenar, porque Calzados García no era solo un lugar para comprar zapatos, era un hogar para el barrio.