LA OPINIÓN de Miguel Ángel Puente

Hartazgo

La afición del Athletic, harta de la incertidumbre por el futuro de Nico Williams

La posible marcha de Nico Williams al FC Barcelona ha vuelto a sumir al Athletic en un escenario de incertidumbre que trasciende lo deportivo. La afición está harta, y con razón. Harta de que, por segundo verano consecutivo, se repita la misma historia: un jugador clave —que no necesariamente el mejor del equipo— en el punto de mira del mismo club, mareando la perdiz con total impunidad, mientras arrastra una mochila repleta de deudas, palancas y escándalos.


«Si alguien quiere llevarse a una de nuestras perlas, que pague la cláusula y se acabe el cuento»


Esto ya no va solo de perder a un futbolista diferencial. Va del hartazgo de una afición que se siente sistemáticamente ninguneada. El club necesita tomar decisiones en lo deportivo y, para ello, tiene que saber de manera clara a qué atenerse, y más en un mercado tan limitado como el nuestro. Si alguien quiere llevarse a una de nuestras perlas, que pague la cláusula y se acabe el cuento. Así de sencillo. Los pasos a seguir llevan décadas marcados en la arena futbolística. Lo demás es un quiero y no puedo, que termina acabando con la paciencia del más pintado.

Pero, sobre todo, el hartazgo viene porque quien vuelve a liderar el intento de fichaje sea un club como el FC Barcelona, sumido en una deriva económica sin freno, incapaz de inscribir jugadores sin cautelares judiciales o ingeniería contable con tufo a trampa de por medio, o si no es, directamente, con dinero que aparece en los documentos aportados en la LFP para justificar ingresos, y desaparece, después, misteriosamente, en las cuentas reales del club. Dinero de quita y pon que aparece y desaparece como por arte de birlibirloque, que se tolera con una impunidad insultante, como si las normas no fueran con ellos.


«La afición rojiblanca, si algo no soporta, son las puñaladas en silencio»


Y, por si no fuera poco, hablamos de un club que todavía tiene pendiente rendir cuentas por el escándalo Negreira, mínimo, por el conflicto de intereses que supone tener a sueldo al vicepresidente de los árbitros, como si su contratación se hubiera llevado a cabo para hacer de niñera de los hijos del entrenador de turno. Es inadmisible tener a un juez a sueldo (porque Negreira lo es en calidad de árbitro y de vicepresidente del estamento), cuya responsabilidad tiene incidencia sobre la competición, ya sea de manera directa o indirecta, como ustedes lo prefieran. Y sí, es algo que está plenamente probado y es impresentable. No me cuenten más milongas de que no hay pruebas de nada, porque los pagos han quedado sobradamente acreditados. Todavía estamos esperando una resolución al respecto, y digo bien resolución, porque ni siquiera hablo de condena. Pero ni eso. Mientras tanto, todo sigue igual. «Sigan, sigan…».

Si Nico finalmente decide marcharse —y este año todo apunta en esa dirección—, el daño no será únicamente deportivo. Será también moral. Porque la afición rojiblanca, si algo no soporta, son las puñaladas en silencio, y menos aún si vienen de quienes llevan años riéndose del fútbol patrio con total descaro. Dicho lo cual, también es hora de que, si un jugador no quiere seguir, lo diga abiertamente y cierre la puerta al salir. Aquí, o se está… o no se está. Y si se está, que sea por convicción, no como segundo plato.

Porque, si algo tenemos los vascos, además de palabra, es compromiso y claridad. Lo nuestro no va de bailecitos ni postureos, escurriendo el bulto mientras vamos dejando correr el tiempo, a ver qué sucede. A lo bajini en el campo, y a la hora de competir. Para lo demás, siempre de cara…


Deja un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


Cover Art
0:00 0:00