Varias mochilas y un viaje: una familia de Sodupe deja atrás la rutina para vivir diferente

Una familia de Sodupe lo dejó todo para viajar. Esta es su historia tras 12 meses por Asia y Estados Unidos
La familia en su viaje por Japón. / Cedida

El 25 de junio de 2024, una familia de Sodupe se despidió de la rutina para embarcarse en una aventura que les cambiaría la vida. Enara, Álex y sus tres hijos —Alba, Arane y Ander— decidieron vivir viajando. Un viaje sin fecha fija de regreso, sin un rumbo marcado y con la mochila como único equipaje esencial.

La idea llevaba tiempo rondando la cabeza de Enara, que desde pequeña fantaseaba con grandes travesías. “Me acuerdo cuando era pequeña del programa de Roge Blasco, que escuchaba mi padre… gente que se había ido con los hijos en un velero por el Atlántico. Me parecía increíble”, recuerda. Pero no fue hasta los últimos años, al ver a otras familias compartiendo experiencias similares en redes sociales, cuando se lo planteó en serio: “Veíamos a muchas parejas y familias que hacían este tipo de viajes y entonces yo le decía a Álex, y él me decía: pues vamos”.

Y fueron.

Una mochila, tres hijos y un mapa abierto

La familia puso rumbo a Asia, un continente que no conocían pero que les pareció “más barato, organizado y fácil para viajar con niños”. Recorrieron Singapur, Malasia, Corea del Sur, Japón, Filipinas, Vietnam, Tailandia, Indonesia y China. Desde Tokio embarcaron rumbo a Los Ángeles, y desde allí viajaron a Michigan, donde actualmente están gracias a un intercambio de casas con una familia estadounidense. A finales de junio cerrarán su aventura en México.

“Mi idea no era irnos dos meses de vacaciones. En dos meses te dejas un dineral en vuelos y vida de turista. Yo quería vivir viajando, en vez de vivir aquí. Estábamos cansados de ver cómo a final de mes se nos iba un montón de dinero en facturas. Prefiero gastarlo en otro sitio y que me aporte, conocer mundo, ver otras realidades”, cuenta Enara.

Ella es traductora médica y lleva más de 20 años trabajando desde casa, lo que ha facilitado mantener su empleo durante todo el viaje. Álex montó su empresa de mantenimiento a domicilio hace dos años, antes de eso cuidaba de los niños cuando ella trabaja. No era la primera vez que la familia se lanzaba a la carretera: ya habían viajado en autocaravana, incluso durante seis meses en 2018. “Estábamos habituados a convivir”, reconoce.

Aprendizaje más allá de las paredes del aula

El viaje también ha sido una aventura educativa. Las dos hijas mayores han seguido el curso escolar de forma flexible. “Hablamos con el cole y nos pasaron los libros. Ellas han ido haciendo cosas. No queríamos que se quedaran súper perdidas a la vuelta, pero tampoco queríamos estar cuatro horas al día con un horario escolar”, explica Enara. “Han aprendido cosas que en el colegio están en un libro, pero ellas las han vivido”.

La familia ha usado redes sociales para documentar la aventura, más como un diario visual que como una ventana al mundo. “A la familia le gustaba mucho, les llamábamos y decían: ‘ya sabemos que estáis bien porque os vemos cada día. A la mañana nos levantamos y lo primero a ver si han colgado ya el video de hoy’. Entonces bueno, la verdad que ha estado divertido.Y luego, sobre todo para nosotros. Es increíble cómo te olvidas de una semana para otra donde has estado lo que has hecho”, dice.

Momentos de todo tipo

Como en cualquier viaje largo, ha habido altibajos. “Los primeros días en Kuala Lumpur eran una pasada. Cada día era un estímulo. Pero luego, en países más tranquilos, vino el bajón: ‘quiero volver a casa’, ‘quiero ser normal’. Hay momentos de querer quedarse viajando para siempre, y a los tres días querer volver”, cuenta Enara. “A mí no me daba miedo esto. Me daba más miedo pensar en septiembre y tener que planear el curso, la rutina y correr para llevar a los críos al cole”.

La parte emocional también ha sido clave. “Las niñas echaban de menos a sus amigas. Para un adulto, un año fuera no es nada. Pero con 12 o 13 años, un año es un mundo. Por eso buscamos comunidades con otras familias viajeras, y así han podido compartir experiencias con más chavales”.

Se acerca el fin

Tras un año de viaje, la familia se encuentra agotada, pero con el alma llena. “Ha sido como un una pelea que a día de hoy sigo teniendo. Yo por mi seguiría, pero ellos ya están un poquito cansados”, confiesa Enara.

«Llega un momento que estás como en este fenómeno de que ya no te impresionan muchas cosas. Ahora vamos a una playa y dices: ‘bueno, pues una playa más’, un un templo más que has visto ya 200 y entonces es como una lástima no disfrutarlo, no seguir viéndolo con esa ilusión», asegura.

De momento les quedan unos meses todavía. «Estaremos ahora en Estados Unidos un par de meses y la idea es ir a México. Después tenemos vuelos para volver a casa en septiembre», donde esta aventura pondrá fin aunque seguro que hay muchas por llegar.


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