
5 de agosto de 1872. Fecha señalada para la visita a Bilbao de Amadeo I de Saboya, de origen italiano y entonces Rey del estado español. Los notables de la villa formaron una comisión de festejos para organizar su bienvenida. ¿La idea? Convertir Bilbao en, ni más de menos, una ‘Venecia vasca‘. Como es costumbre en Bilbao: todo a lo grande.
Para homenajear al monarca de origen italiano, los bilbaínos decidieron llenar la Plaza Nueva de agua. Taponaron y obstruyeron todos los accesos para así poder inundarla. Hicieron uso de tablas y cubiertas para crear un estanque que cubriera el centro de la explanada.
Reconstruir los hechos
La imagen era la siguiente: una Plaza Nueva iluminada con faroles venecianos y decoraciones especiales. Varias góndolas decoradas y pintadas («chanelas», según la documentación de la época). Vecinos de la zona que hacían alarde de sus mejores galas gondoleras mientras navegaban por el improvisado lago. De hecho, se animó a la ciudadanía a disfrazarse y se premió a la góndola mejor adornada.
No es leyenda ni cuento popular, pues existe constancia documental de pagos a carpinteros, canteros, pintores y otros trabajadores que colaboraron en al creación del escenario acuático. Partidas por alquiler de materiales; por pintas las góndolas; las instalaciones de surtidores de agua y alquiler de embarcaciones. Además de pagos a peones, guardas, latoneros y demás.
Documentos reales

Todo ello en el expediente municipal “con motivo del viaje de SM Amadeo a la Ilustre Villa de Bilbao y cuenta de los gastos ocasionados durante su permanencia en la misma”.