
En el Athletic hay un consenso silencioso: la pretemporada no ha sido la que esperaban. Los resultados han ido encadenando decepciones —derrotas ante Liverpool, PSV, Racing, Alavés y el 3-0 frente al Arsenal en el Emirates— y las sensaciones sobre el juego no han mejorado con el paso de los amistosos. La falta de fluidez ofensiva, la dificultad para generar ocasiones claras y algunos desajustes defensivos han encendido las alarmas entre la afición.
A ello se han sumado lesiones importantes que han condicionado el trabajo de Ernesto Valverde, que no ha podido contar con todos sus efectivos en ninguna de las pruebas de verano. Este contexto ha mermado la capacidad para ensayar el once tipo y consolidar automatismos antes del inicio oficial.

Estreno exigente
LaLiga arranca para los rojiblancos el domingo 17 de agosto en San Mamés ante el Sevilla, un rival que exigirá intensidad desde el primer minuto. El debut no solo será un examen deportivo, sino también anímico: la grada espera una respuesta contundente tras semanas de dudas. El equipo necesitará corregir errores de salida de balón, aumentar la presión tras pérdida y recuperar la efectividad en las áreas para disipar la incertidumbre.
En el vestuario, el mensaje es claro: el pasado verano ya demostró que una mala pretemporada no siempre determina el rumbo de la competición. Sin embargo, todos son conscientes de que la inercia negativa debe frenarse cuanto antes para no perder terreno en una Liga cada vez más apretada. El reto es convertir la presión en energía y empezar a sumar desde el primer día.