
Bego y su marido, vecinos de Leioa, acaban de vivir de cerca los incendios de León. Los dos habían ido a pasar las vacaciones de verano, a la casa que Bego ha heredado de sus padres en Quintana y Congosto: » Es un pueblo muy tranquilo, a 14 kilómetros de Bañeza».
El martes
El martes a las mañana comenzaron a ver, en el monte, el fuego que venía de Zamora: «Estaba lejos y no veíamos que fuese peligroso». Bego y su marido se fueron a Bañeza y allí se encontraron con una conocida de Astrabudua, que tiene casa en un pueblo de Zamora cercano: » Le pregunté a ver qué hacía allí y me contestó que les habían desalojado y me recomendó que estuviésemos preparados, pero pensé que estaba hablando de algo muy lejano».
Los vecinos de Leioa regresaron a Quintana y Congosto: » Había un conocido llenando bidones en el río. También estaba Abel, el chico fallecido. Tenía una máquina que podía hacer cortafuegos y pidió permiso de voluntario para subir al monte. Es que allí los bomberos no llegaban, estaban centrados en las Médulas.Una señora mayor ya nos dijo, que si el aire cambiaba, lo íbamos a tener mal. Los vecinos tuvieron que ponerse a salvar el pueblo. Jaime, el otro fallecido también se unió a los trabajos». A Bego le duele recordar la imagen de los jóvenes, marchando con sus máquinas al monte: «Es que Abel y Jaime eran muy queridos. Los dos eran muy amigos de mi hijo, de la misma edad. Abel era muy emprendedor y el domingo anterior participó, de organizador, en una carrera de motos en La Bañeza. Jaime, guapísimo, llevaba el bar del pueblo».
Llega la Guardia Civil
Sobre las seis de la tarde llegaron agentes al pueblo: «Llegaron con sirenas, teníamos que marcharnos. Recuerdo que tenía hecha una bolsa con lo necesario, ropa de cambio y la metimos en el coche. No se me borra la imagen de mi vecina de enfrente, Feli, saliendo de su vivienda y preguntándome si había cerrado bien la puerta».
A DÓNDE IR
Una vez en el coche, el dilema era hacia que dirección ir: » Hacia Bañeza no se podía, el fuego estaba por los caminos. Pensamos en Astorga, todos íbamos hacia allí. De repente, todo era humo, no se podía respirar». Después un largo viaje les dijeron que fueran al Seminario de Astorga.
Era el lugar en el que se centraron a los desalojados: » Nunca podremos agradecer lo bien que nos han tratado. Desde el primer momento nos sentimos cómo si estuviésemos en un hotel: habitación con ducha, baño en el pasillo y muy buena cena. Estuvimos dos noches».
La peor de las llamadas
Bego y su marido, después de cenar decidieron salir a dar una vuelta por Astorga: » Estábamos en el parque y me llama mi hijo llorando. ¿ Sabes quién se ha muerto, ama? Abel, y Jaime está muy mal». Bego empezó a gritar, no se lo podía creer: » Habíamos estado con ellos , dos chicos tan jóvenes…una desgracia. Me han contado que Abel se quedó atrás porque su máquina era más lenta y se quedó atrapado entre dos lenguas de fuego, no pudo escapar. Jaime estaba llevando agua y también le atraparon las llamas. Pudo ser rescatado pero con quemaduras muy graves».
Agustina y Felicidad
Dos historias han impactado a Bego especialmente: » ¿Te acuerdas de Feli, la vecina que te he dicho que me pidió ver si había cerrado bien la puerta?, pues su casa está calcinada. Estábamos en el Seminario y me llegó un vídeo donde se veía la casa destrozada y no sabía cómo decírselo. Ella vive sola, reformó esa casa con sus ahorros, después de muchos años interna. Sólo le ha quedado lo que pudo meter en una bolsa de plástico. Fui a la Cruz roja y les pedí que se lo dijese un psicólogo».
En el Seminario vieron llegar a Agustina, vecina de Sestao, llorando y en muletas: » Le pregunto a ver que le pasa y me relata que su furgoneta, de estas modernas, al detectar el calor se le paró de repente, con la mala suerte de que el coche de atrás chocó contra ella y se incendió. Resulta, ella no lo sabía, que detrás iba su primo que se quemó entera la pierna y parece que un brazo y está ingresado en Madrid, en grandes quemados».
Vuelta al pueblo
A los dos días, los afectados quisieron llegar al pueblo: » Estaba cortado y la Guardia Civil nos mandaba para una zona alternativa que sabíamos que estaba peor. Así que, los de allí, nos metimos por un camino de piedras. Íbamos a 10km/ hora y llegamos, era horrible».
Bego y su familia estuvieron el jueves en el funeral de Abel y ya están en su casa de Leioa: » No sé cuándo volveré, ver aquello es muy triste, una auténtica tragedia. Igual dentro de un mes, ya veremos».
Bego quería hacer pública su historia, que contó en Radio Nervión, para que sepamos el alcance de lo ocurrido y agradecer a todos los voluntarios y a los que están en el Seminario de Astorga el cariño que les dieron en el momento en el que más lo necesitaban.