De la tragedia a la resiliencia: 42 años de las inundaciones más devastadoras de Bilbao

El aguacero que desbordó la ciudad en plena Aste Nagusia, dejó muerte, ruinas y el barro como paisaje inolvidable
El Arriaga durante las inundaciones. / Fondo BBVA

Bilbao sufrió el viernes 26 de agosto de 1983 una de las mayores catástrofes naturales de su historia. En apenas veinticuatro horas, una gota fría descargó entre 503 y 506 litros por metro cuadrado, saturando suelos ya anegados y provocando que el río Nervión se desbordara en plena Aste Nagusia.

Cuantiosos daños

La riada dejó en Euskadi al menos 34 personas muertas y cinco desaparecidas, cifra que sobrecogió a una comunidad que vivía su fiesta grande convertida en tragedia. Los daños materiales fueron colosales: se estimaron en 200.000 millones de pesetas, equivalentes a unos 1.200 millones de euros, y afectaron especialmente a Bilbao, donde se concentró casi un tercio de esas pérdidas.

@bilbaoantiguo 1983 | Inundaciones de Bilbao. Eran fiestas, como hoy, cuando llegó el diluvio que arrasó el Casco Viejo bilbaíno y las riberas de otros municipios. #inundacionesdebilbao #historia #bilbao #bizkaia #bilbaospain #bilbo #videosantigos #vintage #parati #fyp#greenscreen #viral ♬ sonido original – Bilbaoantiguo

Las imágenes de aquel día quedaron grabadas para siempre: el agua alcanzó hasta tres metros en barrios como Basauri y cinco metros en puntos del centro de Bilbao, arrasando txosnas, el Mercado de la Ribera, el Teatro Arriaga y el Casco Viejo bajo el barro y los escombros.

Más de cien municipios de Bizkaia, Álava, Navarra, Cantabria y Burgos fueron declarados zona catastrófica. Llodio, Galdakao, Bermeo y otros municipios quedaron incomunicados y sin servicios básicos, con carreteras destruidas y barrios arrasados por la riada.

Solidaridad a pie de calle

Sin embargo, lo más valioso del episodio fue la reacción ciudadana. Bajo la oscuridad y el barro, la solidaridad y el civismo se alzaron como herramienta esencial de supervivencia. Comparsas, vecinos, voluntarios, fuerzas del orden e incluso el Ejército se organizaron para facilitar rescates, limpieza y auxilio. Bilbao empezó a resurgir del lodo gracias a su gente.

Este desastre marcó un antes y un después en la ciudad. Años después, la tragedia serviría como catalizador para una profunda transformación urbana y de infraestructuras: encauzamiento de la ría, saneamiento integral, mejora del alcantarillado y una visión que, a partir del lodo, proyectó el Bilbao moderno que conocemos hoy.


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