
Este 11 de septiembre se cumplen 88 años del fusilamiento de 11 personas en una de las paredes del Cementerio de Bilbao en Derio.
Cada uno tiene su historia y para poner cara a esas personas les vamos a contar la de Justo.
Justo, secretario de Sondika
Jon Ajuria sabe de la historia de su abuelo por su aita. Justo era el secretario municipal en Sondika. Un hombre sin afiliaciones políticas, un funcionario que trabajaba para el pueblo, un hombre bueno. Cuando Bilbao cae, Justo con su mujer Cecilia y sus cinco hijos huyen hacia Santander. A la altura de Zalla, pasados unos días decide que pueden volver: » El tenía la conciencia tranquila, estaba convencido de que no había hecho nada malo. En su puesto sólo ayudaba, hasta hacía favores a gente de la derecha», recuerda su nieto.
Se le busca
Cuando Justo regresa a su casa, una vivienda del Ayuntamiento, algunos vecinos le advierten de que le están buscando. A dos de su hijos los han mandado ya a Iparralde. Queda el matrimonio y otros tres hijos: » Ante las advertencias se esconde en un caserío de la zona pero, días después decide que es absurdo estar así. Insistía en qué no había hecho nada». Sin embargo, Justo había sido denunciado por el propio Alcalde de su municipio: » En el procesamiento se le acusa de ser nacionalista. Pone que se destacó en el movimiento rojo- separatista por su mangoneo caciquil siendo el responsable de todos los atropellos ocurridos en Sondika». En cuanto pisó su vivienda fue detenido.
Cárcel de Larrínaga
Justo tenía 44 años. El 9 de julio, según datos de Gogora entró en la prisión de Larrínaga. Desde allí envió varias cartas a su mujer, en ellas recalcaba la injusta detención y contaba detalles de lo que se vivía entre esas paredes. Cartas, que la Fundación Sabino Arana ha publicado y en las que se ve la desesperación del secretario. En las últimas, ya es consciente de su final.
Tras pasar por el Consejo de Guerra, la sentencia le condenó a morir fusilado, acusado de » crimen de lesa de humanidad». Dos meses después de ser arrestado, Justo escuchó su nombre en la celda. El suyo y el de otros 10 compañeros con los que murió en Derio. En la pared del Cementerio hay una placa en recuerdo de todos los que perdieron la vida de esa forma.
Los restos
Estas víctimas fueron enterradas por el cementerio, sin decir el lugar exacto. Cecilia, su mujer fue desalojada de la casa municipal: » le pusieron los muebles en la plaza». Cecilia sólo podía volver a su pueblo natal, Ubide donde vivía su madre. Un pueblo muy pequeño, con un sólo teléfono y por eso no se enteró de que sus dos hijos eran repatriados de Francia: » Mi padre y su hermana bajaron del barco y claro, no había nadie esperando. Una señora los vió y se los llevó a su casa. Después, sabiendo la historia localizó a mí abuela y al día siguiente fue a por ellos».
Años después el Gobierno dió permiso para desenterrar los restos: » Fueron mi abuela y mi padre. Los familiares tenían que buscar por la zona, excavar e intentar dar con sus seres queridos. En esa época estaba trabajando en el cementerio el abuelo del Alcalde de Bilbao, Juan María Aburto y como se conocían, les ayudó a localizar el cadáver de mi abuelo».
La historia de Justo es esta. Es también, la de miles de víctimas del franquismo. En este caso, lo ocurrido se ha contado con naturalidad en la familia: «Mi abuelo era un referente». En otros hogares se hizo el silencio, el silencio del miedo o la vergüenza.
Si pasan por el Cementerio de Bilbao y observan la pared, con detenimiento verán los agujeros de las balas que acabaron con la vida de personas buenas como Justo.
Otros fusilamientos
El del 11 de septiembre no fue el fusilamiento mayor que se realizó en Derio. Según cuenta a Radio Nervión Jon Penche, Doctor en Historia, en Octubre hubo en Santoña otros muy importantes: » se decidió dividir a los presos en ideologías y se cogió a dos de cada grupo al azar para matarlos».
En Diciembre se fusiló en Derio a un grupo grande de más de 200 personas: » También hubo un porcentaje pequeño ajusticiados en los patios de la cárcel con garrote vil. Una muerte horrible que se usaba para meter miedo».
Historias de un pasado no tan lejano que les contamos, para que no se olviden.