
El juicio contra la enfermera acusada de no vacunar a más de 400 niños en Santurtzi ha comenzado este lunes en Bilbao, envuelto en una mezcla de incredulidad, preocupación y dolor por parte de las familias afectadas. La profesional sanitaria, destinada en el ambulatorio de Kabiezes, se enfrenta a una acusación grave: no haber administrado vacunas esenciales como la hepatitis, difteria, tétanos, gripe o neumococo a bebés de apenas dos meses, pese a haberlo hecho constar en sus cartillas.
La investigada, M.I.R.M., ha optado por no declarar todavía. Lo hará al final del proceso, una vez haya escuchado los testimonios de los cerca de 50 testigos citados. Este lunes, las primeras declaraciones han comenzado con retraso, y ya han dejado un retrato inquietante de los hechos.
Uno de los aspectos más llamativos que han salido a la luz es el modo en que la enfermera habría manipulado las cartillas de vacunación para hacer creer a las familias que todo estaba en orden. Según la acusación, no solo dejó de administrar las vacunas, sino que además falsificó documentos oficiales y tiró las dosis a la basura, lo que también le ha supuesto cargos por falsedad documental y malversación de fondos públicos.
Sin reacciones tras las vacunas
Durante la sesión, varios padres y madres han relatado su sorpresa por la «extraña» forma de actuar de la enfermera. Muchos han coincidido en que sus hijos no sufrieron ningún tipo de reacción tras las supuestas vacunas —algo poco habitual en bebés tan pequeños—, y algunos testigos incluso han comentado que la inyección fue “demasiado rápida” o realizada “de espaldas”, como si quisiera ocultar algo.
Una de las madres, también enfermera, expresó que le llamó la atención la falta de fiebre o inflamación en su hija. “Bromeando llegamos a decir que parecía que le estaba inyectando agua”, ha declarado en sala.
Condena ejemplar
Fuera del juzgado, el abogado de las familias, Aitzol Asla, ha explicado que el medio centenar de denunciantes exige una condena ejemplar: hasta 12 años de prisión y la inhabilitación definitiva para volver a ejercer como enfermera. “No quieren venganza, quieren justicia. Y sobre todo, garantías de que algo así no vuelva a pasar”, ha señalado.
El juicio continuará durante toda la semana y se prevé que concluya el viernes, con la declaración final de la acusada. Las familias, por su parte, siguen mostrando firmeza y dolor al recordar que confiaron en el sistema sanitario y que, ahora, deben enfrentarse a las consecuencias de un engaño que afectó a lo más valioso que tienen: sus hijos.