
“Llevo aquí casi 20 años”, cuenta Georgina, una mujer rumana que vive en Bakio y trabaja en limpieza. Su historia es la de una lucha constante por salir adelante: “Llegué donde mi pareja, mi exmarido. En 2007 nos casamos. Tenemos un hijo juntos que tiene autismo”.
Con el tiempo, él rompió la relación. “Soy más de intentar hacer todo para que podamos tener una vida normal y que a mi hijo no le falte nada. Llegó un momento dado en el que me pidió el divorcio. Nos separamos y yo me quedé con el niño. Él trabaja de camionero en el mismo pueblo que nosotros y no suele pagar la pensión alimentaria porque dice que no tiene”, explica.
A pesar de todo, Georgina ha ido avanzando. Actualmente ha conseguido comprar un coche y una casa en Merindades. Se ha hecho autónoma como limpiadora y tiene varias comunidades y oficinas en diferentes municipios de Bizkaia. “A mí donde me llaman para trabajar, yo ahí voy”, ha asegurado a Radio Nervión. Georgina está sola con su hijo y su actual pareja. No tiene familiares cerca y admite que tiene que hacer malabares para poder organizar su vida y la de su hijo. “He tenido que trabajar duro para conseguirlo”, afirma. Esto ha hecho que se denomine a sí misma como «mujer gallo de pelea».
Nueva actividad: la vendimia
Este año ha dado un paso más y se ha lanzado a la vendimia. “Nosotros empezamos el día 10. Yo fui como conductora y luego voy como vendimiadora. Voy a Mungia y Ansio, recojo la gente que viene a cargar. La empresa me paga el coche aparte porque suelen alquilar cinco furgonetas cada año para llevar a los trabajadores y traerles del trabajo. Este año es el primer año que me he metido con mi propia furgoneta y llevo a los cargadores, porque es una furgoneta pequeña. Les llevo a trabajar y nosotros nos ponemos a cortar”.
La jornada es intensa pero está bien organizada: “Tenemos todo el material, trajes, botellas de agua, guantes, tijeras. Trabajamos desde las 08:00 y hay una persona que nos organiza, que nos mete a trabajar, nos dice dónde tenemos que cortar y cómo. A la una paramos una hora, comemos y descansamos un poco. Si hace muchísimo calor suelen parar, pero ahora las temperaturas son buenas, no son de verano ni de 40 grados”. Según sus cálculos, ella y su grupo acabarán el trabajo el 3 de octubre.
Un futuro claro
Georgina tiene claro su futuro. Tras años en limpieza, sueña con otro proyecto: “Quiero abrir una tienda de productos alimenticios en Merindades porque hay seis o siete pueblos que no tienen. Tienen que ir a 30 km para comprar leche, arroz y así. Tengo una vista del futuro muy clara”.
Su historia es un ejemplo de constancia y esfuerzo. Con su propio trabajo ha tejido una vida para ella y su hijo en Euskadi, sin ayudas y sin rendirse, marcándose nuevos retos cada día.