
Hoy ha sido una tarde de emociones en Turtzioz. “Todos hemos terminado llorando”, nos cuenta Dori, una vecina. Esta tarde ha sido la última en la que ha pasado consulta su médico de cabecera, el doctor Jon Merino.
Jon llegó hace cuatro años a la localidad para ocupar una plaza vacía. El pasado lunes le comunicaron que este viernes sería su último día de trabajo, otra persona había ganado el puesto. La noticia ha sido un golpe tanto para él como para sus pacientes.
Jon no ha podido gestionar bien su despedida: “No le han dejado hablar con todos sus pacientes”, nos cuenta una compañera. Aun así, todos coinciden en una cosa: “El doctor Merino es alguien excepcional. No tiene horarios, te atiende cuando le necesitas y, hasta cuando no, se preocupa y te llama. Siempre acierta con el diagnóstico, te deriva donde necesitas, y, además, es una grandísima persona”, nos explican.
El alma rota
Radio Nervión ha podido hablar con el médico pocos minutos después del sentido homenaje improvisado que le han hecho sus pacientes. Jon reconoce que tiene “el alma un poco rota”. Defensor de la sanidad pública y del mundo rural, este médico se comprometió con Turtzioz desde la post pandemia, y no se quería marchar: “El lunes lo supe. Hay que aceptar las derrotas, pero hay cosas que no se entienden. Este pueblo ha sido incluido dentro de las plazas de difícil cobertura, pero no lo es. Aquí había un doctor comprometido con Turtzioz”.
Jon y Sara, doctora en Artzentales, pueblos hermanos, coinciden en definir su labor como intensa:“Los pueblos son los grandes olvidados. Aquí nos unimos para poder trabajar. Estamos a una hora de los grandes hospitales y algunas situaciones se complican. No miramos el reloj, no podemos dejar tirado a nadie, y por eso las relaciones son más cercanas, más llenas de emociones”.
Jon tiene claro que no pide privilegios: “Cuando tenga una plaza de Osakidetza fija, que sea porque he pasado el examen y por méritos. Hay unas normas, sí, pero en Turtzioz no se daban motivos para considerarla una plaza complicada de cubrir”.
Una placa para el recuerdo
Aplausos, lágrimas y una placa. Turtzioz no sabía cómo darle las gracias, pero este respaldo tan sentido ha supuesto para Jon una alegría dentro de la tristeza de la despedida: «Mi ilusión era quedarme, después de todo el trabajo en momentos tan difíciles, donde se ha tenido que recomponer lo roto por la pandemia. Quizás eso nos ha unido aún más. Estoy acostumbrado a moverme, no sé dónde iré, pero eso ahora no me preocupa. A Turtzioz le guardaré siempre en mi corazón”.
Tenemos imágenes de la despedida a Jon y cómo nos decían: «Cuando un médico no quiere irse y un pueblo no quiere que se vaya….»
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