Barakaldo está a punto de recuperar una de sus figuras más queridas y emblemáticas de la cultura popular vasca: el Gargantúa. Esta icónica figura, que tantos recuerdos trae a quienes disfrutaron de las fiestas tradicionales en años pasados, vuelve para llenar de alegría a grandes y pequeños. La iniciativa, impulsada por el grupo de danza Laguntasuna y apoyada por el Ayuntamiento con una inversión de 50.000 euros aprobada recientemente, busca devolver al Gargantúa el protagonismo que merece en las celebraciones locales.
El Gargantúa es mucho más que un gigante; es un símbolo vivo de la tradición, un personaje entrañable que sostiene un tenedor y una cuchara, y que esconde en su interior un tobogán donde los niños pueden jugar y reír mientras se deslizan desde su boca hasta la parte trasera. Este elemento festivo ha formado parte de la memoria colectiva de Barakaldo desde al menos 1982, y su regreso representa un precioso puente entre el pasado y el presente, entre generaciones, para que las nuevas familias también puedan crear sus propios recuerdos junto a esta figura mágica.
Pieza histórica y patrimonio festivo
Este proyecto no solo recupera una pieza histórica, sino que también enriquece el patrimonio festivo local y reafirma el amor por la cultura popular vasca. Como ha señalado Nerea Cantero, concejala de Cultura, el nuevo Gargantúa será un símbolo festivo que conectará a las nuevas generaciones con nuestras raíces, reforzando ese sentimiento de orgullo barakaldés que nos une en cada fiesta y celebración.
Barakaldo ya cuenta con gigantes como Pauli, Jose, Maialen y Arnabal, que homenajean a figuras históricas de la ciudad, y ahora, con la vuelta del Gargantúa, se fortalece aún más ese compromiso por mantener vivas las tradiciones que nos hacen únicos. Sin duda, esta iniciativa llenará de magia y emoción las calles, recordándonos la importancia de cuidar y celebrar nuestra historia común con el corazón.
La boca del Gargantúa
El Gargantúa está de vuelta, listo para abrir su boca, recibir a los más pequeños y hacer que cada fiesta en Barakaldo sea un momento inolvidable, lleno de risas, juegos y ese calor humano que solo la tradición puede ofrecer. Claro que no todos los pequeños se atrevían a entrar; para algunos, la boca del gigante era un misterio tan grande que despertaba un poquito de miedo, esa mezcla de respeto y curiosidad que solo la infancia sabe sentir. Y es precisamente esa emoción, entre temor y aventura, la que hace que el recuerdo del Gargantúa sea tan especial y mágico.
