LA OPINIÓN de Miguel Ángel Puente

Un Athletic irreconocible

Reflexión de Miguel Ángel sobre la situación actual del Athletic

Más allá de los altibajos inherentes a cualquier temporada, y de que éxitos pasados no garantizan rendimientos deportivos futuros —aunque a veces se nos olvide—, la situación actual del Athletic Club empieza a generar inquietud. No se trata solo de una mala racha ni de un curso irregular: el cambio respecto a las dos últimas campañas es tan evidente como preocupante. El equipo ha perdido esa fiabilidad que lo caracterizaba y se muestra irreconocible… o lo que es peor, que lo reconocemos bastante bien, porque empieza a parecerse demasiado a ese grupo desnortado y sin fe que, durante tantos años, ha transitado por la liga sin pena ni gloria.

Las bajas formas individuales han acentuado el problema. Jugadores llamados a marcar diferencias, como Oihan Sancet o Nico Williams, no atraviesan su mejor momento. Tampoco Berenguer, Iñaki Williams o Jesús Areso están ofreciendo el rendimiento esperado. Y futbolistas habitualmente sólidos, como Dani Vivian o Unai Simón, se han visto arrastrados por la dinámica general. A ello se suma una plaga de lesiones que ha dificultado la estabilidad del once o las propias rotaciones, y ha limitado su despegue físico, mermando la confianza del grupo.


«La falta de acierto ha derivado en dudas, y las dudas han ido erosionando la seguridad del equipo»


Lo que, al comienzo de la temporada, con sus idas y venidas en cuanto a juego, pareció un simple problema de efectividad de cara al gol, porque hubo partidos en los que el equipo generó lo suficiente para haber obtenido un mejor resultado, se ha transformado ahora en un problema mental. La falta de acierto ha derivado en dudas, y las dudas han ido erosionando la seguridad del equipo. Incluso en defensa, tradicional bastión del equipo de Valverde, se empiezan a percibir grietas preocupantes. Y es que cuando las victorias no llegan, la cabeza pesa más que las piernas, y eso se termina trasladando incluso a los pequeños detalles.

Soy de los que pienso, además, que este bajón no puede explicarse únicamente por la participación del equipo en la Champions. Siendo, que lo es, una competición tremendamente exigente, no basta para justificar por sí sola todos los males rojiblancos. Las señales de alarma ya se encendieron en verano, tras las vacaciones, cuando el equipo ofreció síntomas de desajuste y debilidad, impropios, incluso, de una pretemporada, por mucho que luego se ganaran los tres primeros partidos de liga. Otra cosa sea que, en estos momentos, el nivel de los rivales tampoco ayude a la recuperación y confianza del grupo. Mucho menos la falta de descanso que provocan, unos horarios semanales, que penalizan sistemáticamente los tiempos de recuperación del equipo.


«El equipo necesita desparpajo, atrevimiento y descaro»


Valverde afronta ahora el reto de recomponer un grupo que ha perdido confianza y continuidad. Necesita devolverle al Athletic la solidez y la identidad que lo distinguían, y para ello resulta imprescindible que sus jugadores más determinantes recuperen su mejor versión. Pero, si no lo hacen, debe tener la valentía suficiente para mover el avispero, buscando alternativas en el filial que ayuden a aumentar la competencia en el grupo. El equipo necesita desparpajo, atrevimiento y descaro. Aunque luego esa efervescencia juvenil dure lo mismo que la suerte del novato, no estamos para desdeñar recursos. La temporada aún es larga, pero el tiempo para reaccionar, sin que se genere un cortocircuito que termine por provocar un apagón generalizado, empieza a escasear.

El equipo necesita, cuanto antes, volver a creer en lo que fue: un bloque fiable, competitivo y rocoso. Porque si algo no puede permitirse este club, es perder su esencia. Y, sobre todo, si algo no necesitamos es llegar a preguntarnos si los dos últimos años hemos vivido por encima de nuestras posibilidades deportivas y todo ha sido, en realidad, un maravilloso pero efímero espejismo competitivo.


«Valverde afronta ahora el reto de recomponer un grupo que ha perdido confianza y continuidad»


Por cierto, una curiosidad final: nada más conocerse el nombramiento de Luis Prieto como nuevo preparador físico del Athletic Club, en sustitución de José Antonio Pozanco, lo primero que pensé fue que, como vinieran mal dadas como así ha sido, ya íbamos a tener un muñeco de pimpampum al que echarle toda la culpa. No, no soy adivino. Es que somos así: la hostia, siempre, y a mano abierta, para el de casa. Y si encima es buen tío, más fuerte todavía, que nunca va a salir a defenderse.

Si hubiera venido un sudamericano al que llamaran El Castigador y le viéramos dar voces y saltos desde el aparcamiento de Lezama, ya le hubiéramos nacionalizado bautizándole como Zigortzailea, le habríamos levantado una estatua en la Gran Vía, y estaríamos hablando de su casta, su coraje y su valentía… aunque el resultado fuera exactamente el mismo.

Ojalá todos los problemas deportivos del Athletic se redujeran a la labor de Luis Prieto. Los solucionaríamos ipso facto. Pero ya siento ser aguafiestas: va a ser que no. Así que, por favor, buscad otro saco de hostias sobre el que descargar vuestra frustración.


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