El Athletic afrontaba una nueva noche europea en el St. James’ Park con la ambición de seguir creciendo en la Champions League. Tras estrenar su casillero con una victoria ante el Qarabag, el conjunto dirigido por Ernesto Valverde llegaba a Newcastle decidido a reforzar sus opciones en el grupo y prolongar su buena dinámica, acompañado por cerca de 3.000 seguidores zurigorris que habían viajado hasta el noreste de Inglaterra.
Los rojiblancos afrontaba una noche de Champions con más ilusión que efectivos. A las siete bajas importantes con las que viajaba el equipo se sumó, a última hora, la de Gorka Guruzeta, víctima de un proceso gripal con afección estomacal. Así las cosas, Ernesto Valverde, tuvo que improvisar una alineación de circunstancias. Era todo lo que tenía, a la espera de lo que pudieran ofrecer los cachorros que completaban la convocatoria si la necesidad apremiaba su entrada en juego.

El once inicial tuvo mucho de laboratorio: Unai Simón en portería; Areso, Vivian, Paredes y Adama en defensa; Rego y Jauregizar en el doble pivote; Vesga como enlace; Unai Gómez en punta, con Navarro y Berenguer en las bandas.
Pese a las bajas, el arranque del Athletic fue sobresaliente. Presión adelantada, intensidad, ambición y una clara intención de salir jugando desde atrás. Fruto de ese empuje llegó la primera ocasión, un remate de cabeza de Unai Gómez a las manos de Pope. El equipo de Valverde dominaba y robaba balones en campo rival, pero el fútbol, caprichoso como siempre, castigó su atrevimiento: en una jugada a balón parado, Burn sorprendió a Navarro con un desmarque perfecto y marcó de un cabezazo inapelable. Otra vez el Athletic a remolque sin merecerlo, otra vez obligado a remar contracorriente.
Aun así, el conjunto bilbaíno no perdió la fe. Siguió compitiendo, fiel a su idea, y rozó el empate con un disparo de Adama Boiro al palo. El Newcastle solo inquietó a la contra, con varios fueras de juego y algún disparo desviado. Al descanso, 1-0 para los ingleses.
La segunda mitad comenzó sin cambios y con un disparo lejano de Unai Gómez que detuvo Pope. Pero el impulso inicial se apagó pronto: un tanto de Joelinton, tras varios minutos de dominio inglés, pareció sentenciar el partido. Valverde reaccionó con movimientos en el banquillo y dio entrada a Asier Hierro y Selton, que debutaron en la máxima competición, además de Nico Serrano, muy activo en el tramo final. El navarro agitó el ataque con tres disparos peligrosos que llevaron inquietud a la zaga inglesa, aunque sin premio.
El Athletic lo intentó hasta el final, pero el marcador no se movió. Derrota rojiblanca, tan digna como dolorosa, en una noche que volvió a mostrar el carácter irreductible del equipo incluso en la adversidad.
Toca pasar página y pensar en la Liga. El próximo domingo, a las 14:00 horas, llega el Oviedo a San Mamés, y ahí el Athletic Club no podrá fallar.
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