En el semáforo de entrada a Bilbao, por la calle Juan de Garay, los conductores ya lo reconocen. Con movimientos mecánicos, pintura plateada y una sonrisa tímida, GianMarco se transforma cada día en Robotñol, un personaje que combina humor, arte callejero y necesidad. El personaje ha sido creado por él mismo con objetos reciclados.
Este joven peruano vive en Vitoria, y sin papeles ni trabajo formal, encontró en su personaje una forma de sobrevivir y conectar con la gente. “La policía a veces me saca, pero igual vuelvo. La gente se porta bien”, dice entre risas, en un tono tan auténtico como su puesta en escena.
Sobrevivir
Su historia refleja el lado más humano de la migración: la creatividad ante la falta de oportunidades, el deseo de aportar alegría y el anhelo de construir una vida digna lejos de casa.
Cada moneda que recibe no solo es un gesto de solidaridad, sino también una muestra de reconocimiento a su esfuerzo. “Se me ocurrió algo parecido en Perú, pero aquí la gente responde distinto”, cuenta.
Mientras el semáforo se pone en rojo, Robotñol cobra vida. Y por unos segundos, en medio del tráfico, Bilbao sonríe.
