Hace dos años, Rebeca López dejó atrás su pequeño pueblo en Las Merindades con un objetivo claro: aprender inglés. Tras pasar por Bilbao y San Sebastián, aterrizó en Gold Coast, Australia, sin apenas dominar el idioma. Su primer empleo fue en el hotel Versace, limpiando habitaciones. “Lo más fácil cuando no tienes inglés es trabajar en hoteles o en limpieza. Fui en persona con mi currículum y me cogieron. Me aprendí un discurso para la entrevista, pero no entendí nada”, recuerda entre risas.
Unos 4.000 euros/mes
En Australia, el sistema laboral le sorprendió desde el principio. “Hay tres tipos de contrato: el casual, el part time y el full time. En el casual te pagan más por hora, pero no tienes vacaciones ni estabilidad. Aun así, limpiando ganaba 31 dólares australianos la hora entre semana, 45 los sábados y 60 los domingos”.
Con el tiempo, Rebeca cambió las habitaciones de hotel por un trabajo más personal: hoy cuida a personas con problemas mentales como trabajadora independiente (ABN). “Cuido a varios clientes, organizo mis horarios y si me cancelan, tienen que hacerlo con 48 horas de antelación o les cobro igual. Gano 65 dólares la hora entre semana, 90 los sábados y 120 los domingos. En total, trabajo unas 24 horas a la semana y cobro entre 1.800 y 2.000 dólares, unos 1.000 euros. Eso son unos 4.000 al mes. En Euskadi sería impensable”, explica.

“Aquí trabajo menos y gano más”
A pesar de no tener una titulación oficial en España, en Australia su experiencia y compromiso son valorados. “Aquí se gana bien en todo tipo de oficios: limpieza, construcción, cuidados… Un carpintero o un fontanero puede ganar 100 dólares la hora. Se respeta mucho más al trabajador, y los europeos somos muy buscados porque somos responsables”. Una de sus clientas, Wendy, de 62 años, asegura que Rebeca le ha cambiado la vida. “Cuando la conocí apenas podía caminar. Gracias a su apoyo ahora nado 40 largos diarios, he perdido más de 20 kilos y mi salud mental ha mejorado muchísimo”, cuenta.
Rebeca sonríe cuando escucha estas palabras. “Me encanta mi trabajo. Tengo libertad, gano bien y tengo tiempo para mí. Me voy de fin de semana, escalo, hago deporte, y aún puedo ahorrar. No tengo vacaciones pagadas ni seguro médico, pero la calidad de vida lo compensa.”
Respecto a la vivienda, Rebeca paga 660 dólares a la semana por un piso de una habitación, pero es «una habitación más grande de lo normal y pertenece a un complejo con piscina, gimnasio y zona de barbacoa». El año pasado estaba en una casa de cinco habitaciones y terreno por la que pagaban 800 dólares a la semana «que estaba en las afueras».
De Euskadi echa de menos “las montañas, la familia, los amigos y el verde”, pero asegura que Australia le ha enseñado otra forma de vivir. “Aquí el trabajo no te roba la vida. En España era trabajar para pagar el alquiler. Aquí trabajo menos, gano más y vivo mejor. No hay comparación.”