El conocido castillo de Rekalde, levantado hace décadas por Paulino Astorgano en su huerta y convertido con el tiempo en un símbolo del barrio, vuelve a exhibirse en perfecto estado. Tras la reciente repercusión de su historia, sus hijos han acometido nuevas mejoras que han devuelto el esplendor a esta pequeña joya arquitectónica situada junto a la Alhóndiga de Gaztelondo.
Nuevos arreglos
En las últimas semanas, los hijos de Astorgano han retirado nuevamente la maleza, han pintado la estructura, han reparado la jardinera y han colocado una placa con el nombre de su padre.
Aroa, hija del creador, explica que el castillo “siempre lo cuidó mi padre y, tras su fallecimiento hace cinco años, lo hemos mantenido nosotros”. Sin embargo, reconoce que en los últimos meses la familia atravesó ciertos asuntos personales que les impidió atender la construcción. “Con el clima que tenemos aquí, la vegetación crece muy rápido y se nos fue un poco de las manos”, señala.
Un símbolo muy querido en Rekalde
El castillo ha sido, durante años, parte del paisaje emocional del barrio. Aroa recuerda cómo acompañaban a Paulino Astorgano con pequeños detalles. “Le llevaban bizcochos y plantas para que las plantase”, cuenta. También destaca el respeto con el que la comunidad protegía la obra: “La gente siempre tenía mucho cuidado de que no entrara nadie, de que los niños no lo rompieran, de que no estuvieran con el balón. No sé, era como sentimiento de barrio, como que era de todos”.
La repercusión de la noticia original ha multiplicado el interés. “Desde la publicación, ha sido exponencial. Casi todas las semanas va gente a verlo porque a los niños les gusta mucho y bueno, pues es bonito”, asegura.
Mirando al futuro
Aroa considera que sería positivo que el Ayuntamiento valorase convertir la zona en un espacio municipal para garantizar su mantenimiento. “La zona no es muy accesible. Estaría bien mejorar el entorno, añadir iluminación, una rampa o alguna escalera que facilite la visita. Al final, es algo del barrio”.
El castillo de Paulino Astorgano, rescatado gracias al cariño vecinal y ahora revitalizado por su familia, vuelve a ser un punto de encuentro y memoria en Rekalde.