El juicio civil por la muerte de Iurgi Beraza, el niño de 11 años atropellado en Aulesti en mayo de 2020, volverá a celebrarse este jueves en Gernika. La vista tuvo que suspenderse en octubre cuando uno de los testigos clave, el ertzaina que redactó el atestado, no logró testificar por videoconferencia alegando falta de cobertura desde su destino fuera de Euskadi. Para la familia, supuso «otro golpe más» en un proceso ya marcado por retrasos y obstáculos.
El caso se reabrió por la vía civil en diciembre del año pasado, después de archivarse la investigación penal. Desde entonces, los padres de Iurgi insisten en que solo buscan que se esclarezcan los hechos: «Queremos que se sepa la verdad y que alguien asuma lo que pasó, nada más», recordaba recientemente su padre, Josu.
Demasiados obstáculos
La familia subraya que el juez ha realizado un gesto inédito en estos cuatro años: visitar personalmente el lugar del atropello. Consideran que es un paso necesario para comprender una escena que, según denuncian, nunca se analizó con la profundidad debida.
La investigación inicial de la Ertzaintza calificó el suceso como una “fatal desgracia” y situó la velocidad del vehículo dentro del límite de 20 km/h del camino vecinal. Sin embargo, un informe técnico independiente sostiene que el coche circulaba a más de 50 km/h y que el impacto pudo evitarse con maniobras adecuadas. Además, señala que no se verificó si el conductor incumplía las restricciones del confinamiento vigente en aquel momento.
La familia afirma que el propio conductor reconoció en dos ocasiones que “iba por el centro del camino y acelerando”, aunque las grabaciones donde lo expone no son válidas en sede judicial. Para ellos, estos elementos evidencian una investigación «insuficiente» y una falta de rigor que arrastran desde 2020.
A las puertas de la nueva vista, los padres mantienen una mezcla de serenidad y cansancio. «Necesitamos que se haga justicia para poder hacer un duelo de verdad», insiste Josu.
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