En pleno corazón de Bilbao, en la emblemática calle Correo, la Turronería Adelia Iváñez sigue siendo un rincón imprescindible cada Navidad. Desde hace más de 160 años, esta familia ha mantenido viva la tradición del turrón, desde que el tatarabuelo de Iván Iváñez llegara con su carro tirado por mulas desde Xixona, cargado de almendras y dulces que todavía hoy emocionan a bilbaínos y visitantes.
Más de 400 variedades de turrón con esencia
Iván Iváñez, quinta generación y tataranieto del primer turronero que se asentó en ‘el Portalito’, habla con orgullo de su historia: “es imposible no entrar, porque es una maravilla”, comenta sobre la tienda que, a lo largo de los años, ha pasado de un pequeño escaparate al espacio actual, ofreciendo más de 400 variedades, desde el clásico turrón de Gijona hasta creaciones innovadoras como turrón con chocolate, café o pistacho.
Producto elaborado con pasión y mimo
La Turronería Adelia Iváñez no solo destaca por la calidad de sus productos, sino por la pasión con la que se elaboran. Cada almendra se tuesta y se muele con mimo, respetando técnicas centenarias, mientras que las nuevas generaciones incorporan la innovación digital: venta online, redes sociales y pedidos personalizados que llegan a toda Europa, manteniendo intacta la esencia familiar.
Cercanía con los clientes
Iván destaca que el secreto de su éxito está en la dedicación y en la cercanía con los clientes: desde los polvorones que se repiten generación tras generación hasta los encargos especiales que viajan por internet con un toque personal. “La base y el secreto es que te guste. Trabajamos con pasión, y se nota en cada producto”, afirma.
La historia continúa
A pesar de los desafíos de un mercado cada vez más masificado, la Turronería Adelia Iváñez mantiene su filosofía: calidad, tradición y cariño en cada dulce. La historia continúa, y mientras el olor a almendra tostada llene el Portalito, Bilbao seguirá disfrutando de un pedacito de Xixona en pleno centro de la ciudad.