Han sido casi dos décadas de expectativas, debates, plazos, trámites y una creciente oposición ciudadana y ecologista. Tras un largo y espinoso camino, el proyecto de expansión del Museo Guggenheim en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai ha sido paralizado definitivamente por el Patronato del Museo. La decisión, anunciada el 16 de diciembre de 2025, pone fin a uno de los procesos más controvertidos en la reciente política cultural y territorial del País Vasco.
Controversia desde el principio
La ambición inicial de ampliar el icónico Guggenheim de Bilbao hacia la comarca de Busturialdea-Urdaibai sembró ilusión entre algunos sectores. Y es que se vislumbraba la posibilidad de generar impacto económico y cultural similar al que el museo original provocó en la ciudad vizcaína en los años 90. Sin embargo, desde sus primeros pasos, el proyecto se encontró con objeciones profundas sobre su viabilidad, impacto ambiental y justificación social.
Impacto ambiental
El proceso formal arrancó con planes y anuncios políticos que pronto chocaron con la realidad de un territorio protegido. Y es que las consideraciones medioambientales no solo son una prioridad para la ciudadanía, sino también un compromiso legal por su condición de Reserva de la Biosfera de la UNESCO.
Plazos y procesos de participación
Durante 2024 y 2025, las instituciones públicas —el Gobierno Vasco, la Diputación de Bizkaia y la Fundación Solomon R. Guggenheim— acordaron un plazo de dos años para analizar la viabilidad del proyecto. Un proyecto que incluía ajustes urbanísticos, estudios ambientales y procesos de participación ciudadana. Lo que inicialmente fue presentado como un calendario técnico neutral terminó siendo, en realidad. Con ello se evidenció el rechazo mayoritario de amplios sectores de la sociedad vasca. Desde organizaciones ecologistas hasta plataformas ciudadanas como Guggenheim Urdaibai Stop!.
Movilizaciones y firmas
Las movilizaciones, concentraciones y firmas reunidas por colectivos críticos pusieron el foco no solo en el posible daño ecológico a un espacio natural único, sino también en la falta de transparencia y participación real en la toma de decisiones. Las protestas —incluyendo manifestaciones multitudinarias en 2024— reflejaron un sentir creciente de que un proyecto de esta envergadura no podía imponerse sin consenso social.
Ley de Costas
También hubo presiones legales: organizaciones como Greenpeace acudieron a los tribunales alegando vulneraciones de la normativa medioambiental y de la Ley de Costas. Todo ello subrayando el riesgo de modificar protecciones legales para habilitar la construcción en una zona sensible.
¿Necesidad cultural o interés turístico?
Conforme avanzaba el periodo de análisis, las dudas se intensificaron también entre expertos, agentes culturales y miembros de la propia comunidad del Guggenheim. Algunos incluso cuestionaron si el proyecto respondía realmente a una necesidad cultural o más bien a un interés turístico y de crecimiento económico sin garantías claras de retorno social.
No es viable
La rueda de prensa del 16 de diciembre, en la que la diputada general de Bizkaia, la vicelehendakari y la directora del Guggenheim explicaron la decisión, fue el telón final de este largo proceso. La conclusión de que el proyecto no era viable —por acumulación de incertidumbres jurídicas, territoriales y ambientales— no solo marca un punto de inflexión para Urdaibai, sino que también sirve de testimonio de la fuerza de la participación ciudadana en decisiones sobre el territorio y el patrimonio en el siglo XXI.
Este desenlace no cierra completamente el debate sobre el futuro cultural y económico de la comarca, pero sí pone de manifiesto que los grandes proyectos deben construirse con consenso, respeto al medio ambiente y una narrativa compartida por quienes habitan el territorio