Bilbao se rinde ante las croquetas de Lautxo: colas interminables cada Navidad

Este pequeño manjar, crujiente por fuera y cremoso por dentro, se ha convertido en un clásico imprescindible de la mesa navideña
Cada Navidad se suceden las interminables colas para hacerse con las populares croquetas / Radio Nervión

¿Qué es esa enorme cola que da la vuelta del Arena a la calle Correo? A los turistas les llama la atención, pero en Bilbao ya es una tradición conocida. Cada Navidad, la misma escena se repite en Bilbao: largas filas de personas que esperan pacientemente para llevar a casa las famosas croquetas de Lautxo. Este pequeño manjar, crujiente por fuera y cremoso por dentro, se ha convertido en un clásico imprescindible de la mesa navideña, capaz de conquistar a niños y mayores por igual.

Merece la pena esperar

El ambiente en Lautxo, tanto en la tienda de la Plaza del Ensanche como en El Arenal, es único en estas fechas. A primera hora de la mañana, incluso antes de abrir, vecinos y vecinas ya se agolpan frente al local, sin importarles la lluvia o el frío. La razón es sencilla: las croquetas se venden rápido y nadie quiere quedarse sin ellas. “Vengo el mismo día de Nochebuena porque así están más frescas. ¡Vale la pena esperar!”, comenta Mari Carmen, una habitual de las filas.

La mayoría repite año tras año

El surtido es irresistible: croquetas de jamón, bacalao, hongos, jamón york con queso o gambas, todas elaboradas con una bechamel que Ángel Gorostiza aprendió de una reconocida cocinera bilbaína. La fama de estas croquetas ha hecho que muchos repitan año tras año, y no solo eso: algunos incluso compran varias bandejas para asegurarse de que todos los invitados tengan su ración.

Croquetas… y otras delicias

Pero no solo las croquetas acaparan la atención: los pimientos rellenos, el bacalao para cocinar y las raciones de comida preparada —desde kokotxas al pil pil hasta albóndigas y ensaladilla— también atraen a los compradores más exigentes.

En definitiva, Lautxo se transforma cada Nochebuena en un punto de encuentro para los amantes de la buena comida, donde la paciencia se recompensa con sabores que ya forman parte de la tradición navideña bilbaína. Si quieres vivir la experiencia, conviene llegar temprano: la cola, como cada año, promete ser tan larga como la pasión por estas croquetas.


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