Bilbao, acostumbrada al movimiento constante y al trasiego diario de trabajadores, visitantes y turistas, ha regalado este 26 de diciembre una imagen poco habitual. A las 8:30 de la mañana, uno de sus puntos más icónicos, el Puente del Arenal, aparecía prácticamente vacío, con el silencio solo roto por el paso del camión de la basura cruzando hacia la Gran Via desde el Casco Viejo.
Un respiro navideño
La escena, captada en una fotografía tomada a primera hora, refleja cómo la ciudad se toma un respiro en plena Navidad, incluso en un día laborable. Las calles despejadas, la ausencia de tráfico y la calma en el corazón de Bilbao evidencian que buena parte de la ciudadanía está de vacaciones o disfrutando de unos días de descanso en estas fechas tan señaladas.
Del trasiego constante a la calma
Este paréntesis en la actividad resulta especialmente llamativo en una ciudad conocida por su dinamismo económico, cultural y social, donde el ritmo diario rara vez se detiene. Sin embargo, la Navidad transforma Bilbao: baja el volumen, se ralentizan las prisas y el espacio urbano parece recuperar una tranquilidad casi invernal.
Navidad de abrigo, aire frío y calles silenciosas
A este ambiente se suma además el intenso frío que se está dejando notar tanto ayer como hoy. Un contraste claro con las últimas Navidades, marcadas por temperaturas más suaves. Este descenso térmico devuelve a la ciudad una sensación más clásica de estas fechas, una Navidad de abrigo, aire frío y calles silenciosas, más cercana a lo que tradicionalmente se espera del final del año.
La imagen del Puente del Arenal casi desierto no solo muestra una ciudad en pausa, sino también la necesidad colectiva de parar, incluso en lugares donde la actividad es la norma. Bilbao descansa, aunque sea por unos días, antes de retomar su pulso habitual. Eso sí… eran las primeras luces del alba hasta dar paso a la actividad de un viernes de compras navideñas, de paseos, de luces y de disfrutar de una ciudad muy especial… y no sólo en estos días.