Con la llegada de las celebraciones, los fuegos artificiales y los petardos se convierten en una fuente de intenso estrés para muchos animales de compañía. El miedo puede provocar conductas de pánico, intentos de fuga e incluso accidentes. Sin embargo, con una preparación adecuada, es posible mitigar significativamente su ansiedad y garantizar su seguridad.
Preparación previa
Especialistas recomiendan anticiparse a los días de mayor ruido. Una consulta con el veterinario es el primer paso, especialmente para animales con antecedentes de fobia. Los profesionales están cualificados para valorar el uso de suplementos calmantes o, en casos graves, prescribir una medicación segura y adecuada.
Crear un refugio seguro en el hogar es otra medida esencial. Debe ser una habitación interior, aislada del ruido exterior, donde el animal encuentre su cama, agua, juguetes y un ambiente familiar. Además, los expertos en comportamiento animal destacan la utilidad de la desensibilización acústica: exponer al animal semanas antes a grabaciones de petardos a volumen muy bajo, asociándolo con experiencias positivas como juegos o premios, e incrementando el volumen progresivamente.
Es importante tener en cuenta la identificación actualizada (medalla con teléfono y microchip) para el reencuentro en caso de fuga.
Durante el ruido
En el momento crítico, se debe asegurar el hogar: cerrar puertas, ventanas y persianas, y utilizar cortinas o mantas gruesas para amortiguar el sonido. También es aconsejable la música tranquila, la televisión o sonidos ambientales (ruido blanco).
La compañía del dueño o dueña es un factor tranquilizador clave. Los animales no deben quedarse solos durante los picos de ruido. Es crucial que el propietario mantenga una actitud calmada y natural, ya que la ansiedad humana puede transmitirse y agravar el estado del animal.
Interacción adecuada: evitar la sobreprotección
La recomendación es interactuar con normalidad, usar un tono de voz sereno y premiar o acariciar solo cuando el animal muestre conductas de calma. Es importante respetar el escondite que elija la mascota (debajo de muebles, en su transportín) y no forzarla a salir.
Para distraerlas, son útiles los juguetes interactivos o snacks de larga duración. Algunos animales responden bien a la presión suave proporcionada por chalecos antiestrés, pero deben acostumbrarse a usarlos antes de la situación estresante. Es crucial hacer un llamamiento a la responsabilidad: nunca se debe administrar medicación sin prescripción veterinaria, ni dejar al animal atado en exteriores, donde el pánico puede llevarlo a lesionarse o estrangularse.
Buscar ayuda profesional
Se debe consultar a un veterinario o etólogo si la mascota presenta síntomas extremos: temblores incontrolables, conductas destructivas (como intentar romper puertas o ventanas), autolesiones o si tarda días en recuperar su estado normal. Para estos casos, puede ser necesario un plan de modificación de conducta específico y un tratamiento supervisado.
Con planificación y empatía, es posible que las fiestas sean un periodo mucho más llevadero para los miembros más sensibles de la familia.