“Salvar una vida siempre es bonito, pero si es un niño pequeño te deja una huella especial”
El pasado domingo, la calma de la comisaría de Zabalburu en Bilbao se rompió cuando un padre entró desesperado con su hija de dos años en brazos, inconsciente y sin poder respirar. En cuestión de segundos, el agente de la Ertzaintza Iván Ballesteros, conocido por sus compañeros como “China”, tomó una decisión que marcaría la diferencia entre la vida y la muerte.
Del miedo al alivio en segundos
“Estábamos en el centro de atención a la ciudadanía cuando entraron pidiendo ayuda. La niña no respiraba, así que la cogí y le apliqué la maniobra de Heimlich adaptada para menores”, recuerda el agente en una entrevista concedida a Radio Nervión. Gracias a esa rápida reacción, la pequeña logró expulsar las flemas que obstruían su vía respiratoria. “Primero soltó algo, pero no reaccionaba bien. Repetí la maniobra y, al final, hizo una gran vomitona… Ahí empezó a llorar, y todos respiramos aliviados”.
Ballesteros, que actuó guiado por su instinto y sus conocimientos básicos de primeros auxilios, reconoce que fueron momentos de enorme tensión. “Tienes que mantener la sangre fría, porque ves que la niña lo está pasando mal, pero hay que reaccionar rápido”, explica.
«Salvar la vida de un niño deja una huella especial»
El agente ha confirmado que la pequeña se encuentra fuera de peligro tras ser trasladada al Hospital de Basurto. “Cuando me dijeron que estaba bien, fue muy bonito. Salvar una vida siempre lo es, pero si es un niño pequeño, te deja una huella especial”, confiesa.
Más allá del rescate, Iván Ballesteros aprovechó la entrevista para lanzar un mensaje a la sociedad: “Ojalá todos tuviéramos formación básica en maniobras de reanimación. No hace falta ser experto, pero estos conocimientos pueden salvar vidas”.
Cursos de primeros auxilios
El agente insiste en la importancia de que se impartan cursos de primeros auxilios en colegios, centros sociales y asociaciones vecinales: “Cualquier persona puede marcar la diferencia si sabe cómo actuar. No siempre se podrá salvar una vida, pero hay que intentarlo”.
La historia de Iván Ballesteros es un recordatorio de cómo la preparación, la calma y la humanidad pueden convertir a un agente en héroe por un día —y devolver la esperanza en los momentos más críticos.
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