Alguna vez se han preguntado ¿por qué nos besamos? ¿de dónde viene esta costumbre? Pues bien, un reciente estudio científico ha revelado que el origen del beso se encuentra en los animales, y en su modo de acicalarse.
Hay besos de cariño, amor, de consuelo, de gratitud…hasta de traición, recordemos el beso de Judas. Hay infinidad de tipos, en la boca, la mejilla, la frente… Ahora conocemos su origen. Al menos es lo que indica un estudio publicado en Evolutionary Anthropology, que señala que los besos humanos podrían derivar de una antigua práctica de acicalamiento entre primates. Según la investigación, los chimpancés y otros grandes simios usaban los labios para limpiar a sus familiares y amigos, un comportamiento que, podría haber llegado hasta nosotros, los humanos.
Diferentes teorías hasta ahora
Hasta este momento, las teorías que se manejaban sobre el origen de los ósculos señalaban que la acción de unir los labios era un mecanismo para olerse y detectar compatibilidad. También podrían haber llegado hasta nuestros días como forma de premasticación: es decir, padres y madres que mastican la comida para pasársela a las crías. Sin embargo parece que la clave está en como los primates emplean sus labios para limpiarse el pelaje unos a otros, para desparasitarse.
El primer beso
Todo apunta a que los primeros besos tuvieron lugar en Mesopotamia hace 4.500 años, con una doble función, como parte del acto sexual y una muestra de afecto entre familiares y amigos.