
San Mamés pasará a la historia del Tottenham como el campo en el que logró su primera UEFA Europa League, la tercera si contamos la anterior Copa de la UEFA. Porque del partido en sí, pocas cosas se pueden rescatar. Un gol de Johnson al borde del descanso puso por delante en el marcador al equipo londinense, si bien gran parte de culpa la tuvo la defensa de los Red Devils, ya que ni Shaw ni Maguire se entendieron con Onana y el balón acabó entrando prácticamente sin querer en la portería.
Por lo demás, poco hubo para echarse a la boca. Los nervios, la tensión y el miedo a perder fueron los principales ingredientes de este partido, como suele suceder en las finales. Ninguno de los dos equipos conseguía trenzar alguna jugada meritoria y los porteros fueron meros espectadores.
Al borde del descanso llegó el que a la postre sería el tanto decisivo del partido, un remate a la remanguillé de Johnson que entró prácticamente sin querer -y por la ayuda de Luke Shaw- a la portería.
El Manchester United, poco que ver con el que ganó al Athletic
El tanto de los Spurs hizo reaccionar al Manchester United, pero poco tenía que ver este equipo con el que arrolló al Athletic Club hace apenas un par de semanas. Aún así, dispuso de varias ocasiones.
De hecho, provocaron la una acción que, posiblemente, pase a la historia del fútbol. Su central Van de Ven tuvo que emplearse al máximo para despejar un balón sobre la línea de gol y evitar el empate.
En los minutos finales, los de Rúben Amorim se hicieron con el control del balón y asediaron la portería de Vicario, aunque las acciones más peligrosas no llegaron hasta el descuento: un remate de Zirkzee y otro de Garnacho
