Hola, Nico.
Espero de corazón que estés disfrutando de unas vacaciones merecidas, desconectando y recargando energías. Sé que es difícil que estas líneas lleguen a ti, pero no pierdo la esperanza de que, en algún momento, te lleguen.
Lo primero que quiero decirte es que eres el ídolo de mi sobrino. Y, como él, miles de niños zurigorris te ven como su héroe. Como nosotros, de críos, veíamos a Julen Guerrero. O como generaciones anteriores admiraban a Dani o a Iribar. No hace falta que te diga qué tienen en común todos esos nombres. Lo sabes bien.
Nadie tiene derecho a decirte qué hacer con tu vida. Eso está claro. Pero comprenderás que la incertidumbre sobre tu futuro nos tenga en vilo. El miedo a lo desconocido siempre inquieta, y aunque cada uno debe ser libre de tomar sus decisiones, hay elecciones que, por mucho que intentemos entenderlas, duelen.
No sé si acabarás en el Barça o no. Tal vez ya lo tengas decidido. Pero debes ser consciente de lo que eso supondría para la afición del Athletic. Seguro que lo has pensado. Supongo que en casa también se ha hablado. Quizás tu intención sea seguir en Bilbao, aunque, si te soy sincero Nico, no estás ayudando demasiado a disipar las dudas. Entre los rumores, los viajes de Deco a Ibiza, las palabras en clave de Laporta y lo vivido el verano pasado… entenderás que por Bilbao las aguas estén más turbias que nunca.
«Ellos se consideran «més que un club», y no me extraña. No he visto un club con más escándalos, corruptelas, palancas y hasta dos presidentes en la cárcel, y otro en el calabozo»
Lo que me cuesta entender, Nico, sinceramente, es cómo no puedes sentirte plenamente feliz en este Athletic. Porque si me dijeras que juegas en un club sin alma, peleando por no bajar, con problemas de cobro o un vestuario dividido, pues aún podría comprenderlo. Pero estás en el mejor Athletic de los últimos 40 años. Aquí. En tu casa. Con tu gente. Con tu hermano como capitán. Con un club que te valora y está dispuesto a ofrecerte más de lo que podrías gastar en cien vidas.
Aquí puedes ser el estandarte de una era. El espejo en el que se miren tres generaciones de athleticzales. En el Barça, por bueno que seas, solo serás uno más. Y ya sabes cómo va eso: hoy te levantan altares, mañana te bajan al barro. Que se lo pregunten a Ter Stegen, al que quieren echar por la puerta de atrás. O a Raphinha, que hace nada era una estrella… hasta que empezaron a hablar de ti.
No olvides que el Athletic no es solo un club. Es una familia. Y tú formas parte de ella de forma literal y simbólica. Una familia que, no lo olvides, se ha portado muy bien con la tuya. Y como dice el refrán, de bien nacidos es ser agradecidos. Por eso, si algo te pido, es que no alargues más este silencio, este limbo que nos desgasta a todos. Porque esto no es sano, ni para ti, ni para nosotros. Y lo que empieza como incertidumbre, puede acabar en reproche.
Ojalá mañana mismo el club anuncie que has renovado hasta 2035, con una cláusula de 150 millones. Ojalá. Porque aunque soñar no cueste nada, perderte sí que nos costaría mucho.
