LA OPINIÓN de Miguel Ángel Puente

Éramos pocos y parió Joan Gaspar

Gaspar carga contra Uriarte y acaba retratándose a sí mismo

Joan Gaspar ha vuelto a abrir la boca —o, mejor dicho, a rebuznar, como solo él sabe hacerlo—, demostrando una vez más que, cuando uno no tiene nada sensato que aportar, el silencio sigue siendo la mejor opción. Esta vez lo ha hecho para arremeter contra el presidente del Athletic Club, Jon Uriarte, a quien ha acusado de populista por algo tan elemental como defender la normativa actual vigente y el Fair Play financiero. Es decir, por pedir que los clubes cumplan las reglas. ¡Qué escándalo! ¡A la hoguera con él! O mejor, que lo inhabiliten —que, de eso, el señor Gaspar sabe un rato— por cometer el terrible pecado de exigir que las cosas se hagan como se deben hacer. Por cierto, exactamente lo mismo que amenazaba con exigir el FC Barcelona cuando el PSG quería fichar a Leo Messi. ¡Maldita hemeroteca!


«Durante años, fue la cara visible del populismo más rancio del fútbol español»


Lo irónico del caso es que quien lanza la acusación es el mismo Gaspar que, durante años, fue la cara visible del populismo más rancio del fútbol español. El mismo que, enfundado en su traje de directivo, no dudaba en calentar los clásicos con declaraciones incendiarias, alimentar teorías conspirativas de todo tipo, atacar a árbitros o comportarse desde el palco como un ultra más.
Gaspar es un experto en la hipérbole futbolera, en el arte de la provocación, apelando siempre al sentimiento más visceral y menos racional del aficionado. Llamar populista a Uriarte por defender una liga más justa no solo es cínico, sino también una muestra perfecta de la distancia que existe entre el fútbol que algunos aún se empeñan en perpetuar y el que realmente los clubes deben tener.

Esto no va de romanticismo, sino de sentido común: si hay reglas, cúmplanse; si un club no puede fichar, que no fiche; y si hay quien se salta el control financiero, que rinda cuentas. Tan simple como eso. ¿Qué miedo hay? El que nada esconde, nada teme…


«Uriarte representa a un club histórico que no está dispuesto a rendir pleitesía a un «grande» venido a menos»


En realidad, lo que verdaderamente molesta a Gaspar no es un supuesto populismo que solo cobra sentido en su cabeza, sino que alguien joven, valiente y preparado, alejado del humo y el artificio habitual del mundo del fútbol, se atreva a pelear donde hay que hacerlo, en la LFP y no en la prensa, por lo que muchos piensan y no tienen narices de decir. Uriarte representa a un club histórico que no está dispuesto a rendir pleitesía a un «grande» venido a menos, que quiere seguir viviendo como rico cuando ya no lo es, gracias a palancas, ingresos ficticios y vergonzosas cautelares en sus diferentes modalidades.

Y, mientras tanto, personajes como Gaspar siguen jugando su propio partido: el de soltar sandeces con una desfachatez pasmosa, cuando, por su historial, lo más digno que podría hacer es esconderse y guardar silencio. Porque si hay un rey del populismo en el fútbol español, un exdirigente que ha sabido chapotear en el barro del deporte rey como un gorrino en su pocilga, un bocazas de manual, ese ha sido Joan Gaspar. Y, por si alguien aún albergara la más mínima duda, cada vez que abre la boca se encarga —con la desfachatez que da no haber conocido jamás el significado de la palabra pudor, ni siquiera por error— de recordárnoslo, alardeando de ese don natural que Dios le ha dado.


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