El club de fútbol femenino Bilbao Artizarrak vive su momento más delicado tras la marcha de más de 60 jugadoras al cierre de la temporada. Las familias acusan a la directiva de falta de transparencia, de trato inadecuado a las jugadoras y de haber celebrado unas elecciones internas llenas de irregularidades, lo que ha provocado una fuga masiva sin precedentes en Bizkaia.
Irregularidades y vetos
En un contexto de auge del fútbol femenino, con un crecimiento superior al 25% en el número de jugadoras según la Federación Vizcaína de Fútbol, el Artizarrak se desangra. En 2023 contaba con 170 futbolistas; en 2025 apenas quedaban 120, y ahora más de la mitad de ellas han decidido marcharse.
La chispa que encendió la crisis fueron las elecciones del 16 de mayo, en las que la actual directiva ganó por solo seis votos de diferencia (56 frente a 50) frente a una candidatura alternativa formada por nueve padres y madres. Las familias denuncian que la junta denegó el derecho de voto a más de diez progenitores de jugadoras, mientras que días antes permitió la entrada de una veintena de socios sin vínculo con el club. Tres directivos de la Federación, presentes como interventores, fueron testigos de estas irregularidades.
Los intentos de mediación fracasaron. La Federación propuso repetir las elecciones con garantías democráticas, llevar el caso al Tribunal Vasco de Arbitraje Deportivo o crear una junta mixta entre la candidatura alternativa y la actual dirección. La alternativa aceptó las tres opciones, pero la directiva rechazó todas.
Desmotivación de las jugadoras
A estas tensiones se suman las denuncias por el trato recibido por las jugadoras, supuestamente por parte del coordinador deportivo del club. El caso está en manos de la Diputación de Bizkaia y de la Federación Vizcaína de Fútbol, que investigan varias quejas de familias.
Jon, padre de una de las futbolistas que han abandonado el club, confirma el hartazgo: “Más de 60 jugadoras nos hemos ido, más de la mitad del club. Las elecciones fueron antidemocráticas y no se respetaron los derechos de las familias. Además, muchas chicas estaban desmotivadas por el trato que recibían, hasta el punto de dejar el fútbol”.
Las familias insisten en que la situación refleja un desamparo institucional y esperan que su marcha sirva de lección para que no se repitan episodios así en el deporte femenino. Mientras tanto, el futuro del Bilbao Artizarrak queda en el aire, con una plantilla debilitada y una credibilidad en entredicho.
