Gatibu dijo adiós como viven sus canciones: a pleno pulmón, sin bajar el volumen y rodeados de su gente. El Bizkaia Arena del BEC se llenó hasta la bandera durante tres noches consecutivas en las que 45.000 personas convirtieron la despedida del grupo en una celebración colectiva, emotiva y arrolladora. Familias enteras, cuadrillas de varias generaciones y miles de seguidores corearon cada verso en un final que ya forma parte de la historia reciente de la música vasca.
Desde el primer acorde quedó claro que no iba a ser un concierto más. Luces, fuego, confeti, pantallas gigantes y un sonido contundente acompañaron un repertorio pensado para emocionar y hacer saltar al público sin descanso. Gatibu apostó por una puesta en escena potente, con un escenario de dos alturas y un lema claro presidiendo la noche: Agur esan barik.
Un BEC entregado desde el primer minuto
La banda arrancó con energía, marcando el tono de lo que vendría después: dos horas y media de comunión total entre escenario y grada. Canciones como Bixotza suten, Lorak eskeintzen o Kalekatue activaron al público desde el inicio, que respondió con coros masivos y una entrega constante.
Pero si algo definió estos conciertos fue la fuerza de sus himnos. Temas como Zeu, zeu, zeu!, Euritan dantzan, Bizitxeko gogoa o Zumarragoko trena sonaron como lo que ya son: canciones que han marcado a toda una generación y que seguirán vivas más allá de la disolución del grupo. El BEC vibró, saltó y cantó como un solo cuerpo, consciente de estar viviendo un momento irrepetible.
Invitados de lujo para una despedida compartida
Gatibu quiso compartir su adiós con amigos y cómplices musicales que fueron apareciendo a lo largo de las noches. El escenario se abrió para colaboraciones muy celebradas, como la de Bengo, que aportó su energía urbana, o Tom Lizarazu de Bulego, que emocionó al público con una versión especialmente sentida de Urepel, cantada frente a frente con Alex Sardui.
También hubo espacio para los metales, las percusiones extra y las guitarras invitadas, que reforzaron el sonido festivo en temas como Salto! o Eztanda egin arte. Uno de los momentos más aplaudidos llegó con la aparición de Itziar Ituño, que desató la locura en el pabellón, y con la presencia de Leire Martínez, cuya voz brilló con fuerza en una interpretación cargada de mensaje y emoción.
El tramo final dejó algunos de los instantes más intensos del adiós. Agur kapitaina, dedicada al bajista original Mikel Caballero, encogió el corazón del recinto y arrancó lágrimas incluso entre los más veteranos. El grupo brindó sobre el escenario y agradeció, visiblemente emocionado, 25 años de carrera, canciones y noches inolvidables.
El cierre llegó con todo el público bailando bajo paraguas imaginarios al ritmo de Euritan dantzan y su ya mítico Musturrek Sartunde, exhaustos pero felices. Gatibu se marcha, pero lo hace dejando un legado imborrable. El ruido se apaga, las canciones se quedan.