En Bizkaia hay expresiones que forman parte del ADN popular y una de las más llamativas es, sin duda, el llamado “agua de Bilbao”. Quien no conozca la tradición podría pensar que se trata de una bebida local o incluso de agua del grifo, pero nada más lejos de la realidad: el agua de Bilbao es, en realidad, cava. Un nombre tan irónico como revelador del carácter bilbaíno.
Orígen
El origen de esta denominación se remonta a finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando el cava empezó a popularizarse en Bilbao entre la burguesía industrial y comercial. En una ciudad próspera, ligada al hierro, los astilleros y el comercio, el cava se convirtió en una bebida habitual en celebraciones, comidas familiares y encuentros sociales. Su consumo era tan frecuente que acabó normalizándose como si fuera agua, dando lugar al apodo popular.
Símbolo de la identidad local
Con el paso del tiempo, la expresión “agua de Bilbao” se consolidó como una forma desenfadada y orgullosa de referirse al cava, especialmente en bares, sociedades gastronómicas y fiestas. Pedir “agua de Bilbao” no solo era una broma compartida, sino también una manera de reafirmar una identidad local marcada por la ironía, la cercanía y el gusto por celebrar la vida.
Parte del día a día festivo
La fama del término creció aún más cuando algunas marcas comenzaron a utilizarlo de forma coloquial y cuando el cava se convirtió en protagonista habitual de brindis, txikiteos especiales y grandes acontecimientos. En Bizkaia, el cava no se reserva únicamente para las ocasiones solemnes: se bebe con naturalidad, como parte del día a día festivo, reforzando ese vínculo con el apodo.
Guiño cultural… y de Bilbao
Hoy, hablar del agua de Bilbao es hablar de una tradición viva, de una forma de entender la gastronomía y el ocio, y de un guiño cultural que sigue arrancando sonrisas tanto a locales como a visitantes. Una curiosidad que demuestra que, en Bilbao y en Bizkaia, incluso el cava puede convertirse en algo propio, cercano y con personalidad.
Porque aquí, cuando hay algo que gusta, se integra tanto en la vida cotidiana que acaba llamándose “agua”. Y si es de Bilbao, mejor todavía.