La reciente muerte de Robe Iniesta, líder de Extremoduro, ha puesto nuevamente en el foco a Lezama, un pequeño y encantador pueblo de Bizkaia donde el músico vivió durante años, encontrando en este rincón vasco un refugio de paz y creatividad. La revista Viajar destaca la localidad como un lugar de interés no solo por su belleza natural, sino también por su historia y conexión con el arte y la música.
Entorno tranquilo entre caseríos y prados
Situado a apenas 20 minutos de Bilbao, Lezama combina prados verdes, montañas escarpadas y pueblos de piedra y madera, recordando a Iniesta a su Extremadura natal. Este entorno tranquilo y alejado del bullicio fue clave para que Robe se concentrara en su música y dejara atrás los excesos de su juventud. Entre los caseríos tradicionales, las anteiglesias y la iglesia renacentista de Santa María, el artista encontró un hogar donde inspirarse junto al mar y rodeado de naturaleza.
Punto de peregrinaje para los amantes del rock
Durante su estancia en Lezama, desde 1996 hasta 2011, Robe compartió cercanía con Iñaki Antón ‘Uoho’, compañero en Extremoduro, y vivió algunos de sus años más creativos. Además, el pueblo se convirtió en un pequeño punto de peregrinaje para los amantes del rock, al estar cerca de otras figuras del panorama musical vasco.
Lugar popular por su producción de txakoli
Lezama no solo ofrece historia y tradición: sus bodegas, la producción de Bizkaiko Txakolina, y los caseríos centenarios como Landetxo Goikoa, el más antiguo de Vizcaya, aportan un encanto único. Su arquitectura medieval y los molinos de agua históricos, junto a paisajes verdes y abiertos, hacen de este pueblo un lugar que combina belleza natural y riqueza cultural, valores que Robe supo apreciar hasta sus últimos años.