
Querido Joan,
Permítame comenzar con una obviedad que, sin embargo, parece que se le escapa entre tanto circo institucional, tanto marketing de baratillo y tanto titular prestidigitador: ¡paguen ya los 62 millones de la cláusula de rescisión de Nico Williams y dejen de marear la perdiz! Su Barcelona, ese club que se dice más que un club, lleva tiempo actuando como si la ética fuera un neumático abandonado de los que te encuentras en una cuneta.
Usted ha respondido con condescendencia la intención del Athletic de fiscalizar las cuentas del Barça. ¿Cómo no iba a hacerlo, si cada día que pasa sin anunciar a Nico Williams es una cuenta atrás hacia el ridículo? Se ampara en los formalismos, en la activa búsqueda de la regla 1:1, en el manoseado concepto de “libertad contractual” y en una supuesta “transparencia” que no hay por dónde cogerla. ¿Qué pretende? ¿Acaso cree que el mundo no ve lo que está haciendo? Está convirtiendo el mercado de fichajes en un dislate nunca visto antes donde se vende una palabrería hueca difícil de tragar.
Laporta, lo que están haciendo tanto usted, como Deco y sus palmeros con Nico Williams, es una falta de respeto institucional y moral. No solo hacia el Athletic, sino hacia el propio jugador, al que están usando como moneda emocional y al que han puesto a los pies de los caballos en una subasta pública sin pudor alguno. Llevan semanas lanzando guiños, presionando desde los micrófonos, utilizando a sus medios afines como voceros de propaganda. ¿Dónde queda la dignidad de un club histórico? ¿Dónde quedan los valors? ¿Y el respeto al proyecto de Lezama, a la afición de San Mamés, a una entidad que nunca se ha arrastrado por los despachos ni ha necesitado palancas para mirar a los ojos a nadie?
«Laporta, lo que están haciendo tanto usted, como Deco y sus palmeros con Nico Williams es una falta de respeto institucional y moral.»

No nos venga ahora con discursos de legalidad. Aquí no hablamos solo de leyes, sino de lealtades. No se puede ir por Europa de dignos y dando lecciones de señorío mientras se lanzan mensajes sobre posibles fichajes «ilusionantes» y su director deportivo habla sin tapujos de un jugador con contrato en otro equipo. El Athletic no se va a quedar callado mientras ustedes se pavonean prometiendo imposibles a golpe de préstamo y vendiendo un proyecto que ni sus propios socios, los de toda la vida, terminan de entender.
Y lo peor de todo, Joan, lo más doloroso, es que lo suyo ni siquiera es original. El modus operandi es el de siempre: crear ruido, marear al entorno, poner en el disparadero a un chaval de 22 años, y luego lavarse las manos si no cuaja el fichaje, como si todo fuera un simple juego de verano. Como hicieron el año pasado: «el tren de Nico ya ha pasado». Pero esto no es un juego. Esto va de valores, de identidad, de respeto. De club a club.
Porque, aunque le cueste entenderlo, el Athletic no está en venta. Ni a plazos, bizunes ni por Paypal. Sus canteranos no son fruto del azar ni de un talonario, sino de una filosofía que ustedes ni comprenden ni podrán jamás imitar. Y si Nico Williams decide marcharse, que Dios le pille confesado, porque aún no sabe la leonera en la que se mete.
En el Athletic no se piden favores: se defiende lo que se construye con TRA-BA-JO. Ustedes, en cambio, viven atrapados en una ficción que tarde o temprano explotará, porque cuando se vayan a dar cuenta habrán hipotecado hasta su alma.
Atentamente,
Un periodista quemado.