El Puente de Bizkaia, conocido popularmente como Puente Colgante, no es solo una obra maestra de la ingeniería. Es una experiencia imprescindible para quienes visitan Euskadi. Inaugurado en 1893, este “sueño de hierro” nació con un objetivo tan ambicioso como innovador: unir Portugalete y Getxo sin interrumpir el tráfico marítimo de la ría del Nervión. Algo que logró gracias a su emblemática barquilla, todavía hoy en funcionamiento. Más de 130 años después, sigue siendo un símbolo vivo de modernidad, ingenio y conexión.
Primer transbordador metálico del mundo
Diseñado por Alberto Palacio y Elissague, el Puente de Bizkaia fue el primer transbordador metálico del mundo, una innovación que marcaría un antes y un después en la arquitectura industrial. Su valor histórico y técnico lo llevó a ser reconocido en 2006 como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Así se convirtió además en el primer monumento de Euskadi en recibir esta distinción. Cruzarlo no es solo desplazarse de una orilla a otra: es viajar por la historia de la Revolución Industrial europea.
Vistas espectaculares
Hoy, el puente ofrece mucho más que un trayecto en barquilla. Quienes se animan a subir a su pasarela superior pueden disfrutar de vistas espectaculares de la ría desde 50 metros de altura y recorrer 160 metros suspendidos en el aire. Además, se puede observar de cerca el mecanismo que sigue funcionando como el primer día. Para los más atrevidos, incluso existe la posibilidad de lanzarse en goming desde su estructura, una experiencia única que combina patrimonio y adrenalina.
Conexión con Argentina
El impacto del Puente de Bizkaia va mucho más allá de sus orillas. Al otro lado del Atlántico, en Argentina, el histórico transbordador Nicolás Avellaneda, que une La Boca con la Isla Maciel, se prepara para una posible reapertura inspirado precisamente en el modelo bilbaíno. Un grupo de expertos argentinos viajó a Bilbao para conocer de cerca la recuperación del Puente Colgante y su enorme impacto turístico, tomando como referencia su puesta en valor y su reconocimiento internacional.
Sólo hay ocho en el mundo
No es casualidad: en todo el mundo solo existen ocho transbordadores de estas características, y el de Bizkaia es uno de los mejor conservados y más activos. El Nicolás Avellaneda es, además, el único situado fuera de Europa. Ello refuerza la singularidad de este tipo de estructuras y el papel del puente vizcaíno como referente global. Las instituciones argentinas ya trabajan para devolver la vida a su transbordador. Además aspiran a que, siguiendo los pasos del de Bizkaia, sea declarado también Patrimonio de la Humanidad.
Mientras tanto, en Euskadi, el Puente de Bizkaia sigue siendo una invitación abierta a descubrirlo o redescubrirlo. Subir a su pasarela, cruzar en su barquilla o fotografiarlo desde la ría es entender por qué esta joya de hierro no solo une municipios, sino también épocas, culturas y continentes.